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martes, mayo 13, 2025
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El Eternauta: Un fenómeno global y su disputa política en Argentina

De la historieta a la arena ideológica: cómo el legado de Oesterheld trasciende fronteras mientras la política intenta apropiarse de su mensaje. Por: Sebastián «Tecla» Farias.

“El Eternauta” ya no es solo una historieta. Lo que comenzó en 1957 como una obra de ciencia ficción escrita por Héctor Germán Oesterheld e ilustrada por Francisco Solano López ha evolucionado hasta convertirse en un ícono cultural y social. Su impacto atraviesa generaciones, traspasa fronteras y, con la tracción el tractor Netflix, ha alcanzado una repercusión global.

Sin embargo, en Argentina, su legado está lejos de ser únicamente literario. Aquí, El Eternauta es también un territorio de disputa. A lo largo de los años, distintos sectores políticos han intentado apropiarse de su mensaje, interpretándolo según su propia narrativa. Mientras algunos ven en su historia una metáfora de la resistencia popular contra el autoritarismo, otros lo asocian con una advertencia sobre los peligros de la sumisión colectiva. En cada interpretación, la obra es moldeada por el contexto político del momento.

El éxito global y su impacto en la industria

La universalidad de El Eternauta radica en su capacidad de capturar el miedo y la esperanza de una sociedad ante la adversidad. En distintas partes del mundo, su influencia ha sido reconocida en géneros como el cine y la literatura, comparándose con grandes clásicos del apocalipsis y la invasión extraterrestre.

Su reciente popularidad, confirma que su historia no pertenece exclusivamente a Argentina, sino que forma parte del imaginario global. Es un relato que dialoga con las preocupaciones contemporáneas: la amenaza externa, la lucha por la supervivencia y el dilema de la acción colectiva frente a lo inevitable.

La apropiación política: ¿homenaje o instrumentalización?

La figura de Juan Salvo, el protagonista de la historieta, ha sido utilizada en discursos, carteles y campañas de distintos sectores políticos en el país. Desde ilustraciones en actos oficiales hasta murales que enarbolan consignas partidarias, la obra de Oesterheld ha sido reinterpretada constantemente, muchas veces sin considerar la intención original de su creador.

Este fenómeno no es nuevo. Oesterheld, quien desapareció durante la dictadura militar, ya había dado un giro a su propia obra en “El Eternauta II”, con una interpretación más política y militante. Sin embargo, ¿hasta qué punto la historieta debe ser vista como un manifiesto ideológico y no simplemente como una obra de ciencia ficción?

Lo que queda claro es que su mensaje es lo suficientemente potente como para generar adhesiones desde distintos sectores, cada uno con su propia agenda. Algunos lo celebran como un símbolo de resistencia, otros como un relato de advertencia.

Las disputas en redes: entre la reivindicación y la relectura libertaria

La reciente revitalización de El Eternauta ha intensificado el debate en redes sociales, donde distintos sectores analizan su significado a la luz de la coyuntura actual. Adherentes al kirchnerismo ven la obra como una alegoría perfecta para entender el presente político, destacando su mensaje sobre la organización colectiva y la resistencia ante fuerzas opresoras.

En contrapartida, referentes de La Libertad Avanza proponen una relectura del personaje y la historia, enfatizando el rol de la autodeterminación individual y el conocimiento como herramientas de supervivencia. Para estos sectores, el impacto global de la obra y su actual producción privada—con cierto respaldo de gobiernos comunales—refuerzan la idea de que las iniciativas culturales no dependen exclusivamente del Estado.

Mientras unos ven en Juan Salvo la esencia de la militancia y la organización popular, otros lo interpretan como un símbolo de la lucha del individuo ante la adversidad, reflejando un dilema que trasciende lo meramente político.

El Eternauta: un legado que va más allá de la coyuntura

Al margen de los intentos de apropiación, El Eternauta sigue siendo, ante todo, una obra maestra de la historieta argentina. Su impacto internacional demuestra que su mensaje, más allá de los debates políticos, sigue resonando con fuerza.

Tal vez ahí radique su verdadero poder: no importa cómo se lo interprete, su esencia permanece intacta. La lucha del hombre común ante lo desconocido sigue vigente, recordándonos que, más allá de las ideologías, seguimos buscando respuestas ante un futuro incierto.

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