«Cuando una mayoría circunstancial pisotea la minoría, se convierte en tiranía»

Lamentablemente, con el auge de las redes sociales, se observa que, en nombre de una mayoría circunstancial, se ignora y se persigue a las minorías, sumado a la ya conocida pérdida de representación de los partidos políticos.

Una columna de opinión por parte de Fabio Abraham, analista político, Exsecretario de Gobierno, Exconcejal de Lomas de Zamora y dirigente del radicalismo.

Todo lo mencionado ha transformado nuestro sistema de representación política, convirtiéndolo en una democracia de «candidatos», un personalismo sofisticado impuesto también por los Medios, en detrimento de lo que son y representan institucionalmente los partidos políticos. Ante el supuesto fracaso de la política tradicional, el acceso al poder a través de los mecanismos electorales es aprovechado por individuos sin escrúpulos, mediocres, vinculados a la farándula, sin ningún tipo de antecedente, únicamente en beneficio propio y/o de sus aduladores.

La democracia es diálogo, es consenso, es respeto por las minorías, es buscar el bienestar general. Nunca se ha construido una democracia sobre el odio, mucho menos podemos desarrollarnos económica y culturalmente como sociedad cuando quienes gobiernan promueven el odio y sus fanáticos seguidores se alegran y desean la muerte de sus opositores.

El discurso de odio, seguido por grupos de fanáticos, ha causado muchas muertes en Argentina. Repetir este ciclo no solo es peligroso, sino que condena a las futuras generaciones a años de enfrentamiento y pobreza.

La premisa del liberalismo es el respeto por el que piensa diferente. Respetar al opositor es un signo de un buen liberal, mientras que insultar, denigrar y odiar a quienes tienen otras ideas, sean de izquierda o derecha, es propio de posturas totalitarias.

En el acto del frontón (1890), la Unión Cívica de la Juventud convocó con la consigna: «Por la libertad y la república».

135 años después, con la misma consigna y el aditamento «contra el fascismo y la corrupción», debemos salir a las calles y decir NO al simplismo de la polarización, NO al odio y al agravio.

Sí a la discusión de ideas, NO votemos mesías y proclamemos, como en el mayo francés:
La imaginación al poder.

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