Congresos, fracturas y candidaturas: el rompecabezas del Poder en Buenos Aires

A días del congreso libertario en La Plata, se aceleran las negociaciones, se reordenan fuerzas y crecen las tensiones internas en todos los espacios políticos. El oficialismo avanza; la oposición, todavía sin mapa claro. Por: Sebastián «Tecla» Farias.

El congreso que La Libertad Avanza prepara para este jueves en La Plata no es apenas un acto de campaña: es el primer intento serio del oficialismo libertario por ponerle músculo territorial a un proyecto que hasta ahora venía sosteniéndose -exitosamente- más en el ruido que en el orden (ver nota: La Libertad Avanza lanza su campaña bonaerense con un congreso en La Plata). La pasada elección de la ciudad fue es un gesto de posicionamiento, pero también una declaración de intenciones frente a una oposición todavía sin brújula.

Congreso LLA y el PRO

El PRO, herido y sin liderazgo definido, avanza en un acuerdo con los libertarios que le permitiría encabezar listas en la Primera y la Quinta Sección electoral. Sin embargo, el entendimiento no está exento de tensiones: los intendentes alineados con Jorge Macri resisten la alianza con LLA, aún marcados por las heridas de la campaña porteña y la desconfianza hacia el armado libertario. Las negociaciones para convencer a Diego Santilli siguen abiertas, pero el reloj corre (LPO).

En paralelo, se profundiza la interna dentro de La Libertad Avanza. Sebastián Pareja, operador clave de Karina Milei en la Provincia, perdió el control de delegaciones del PAMI en La Matanza y Hurlingham. En su lugar, desembarcaron dirigentes cercanos a Santiago Caputo y al entorno de Cristian Ritondo, en una avanzada que algunos interpretan como el desembarco real del acuerdo con el PRO en las estructuras del Estado.

Pero no todo es armonía en el universo libertario. La incorporación de figuras provenientes del peronismo o el massismo genera desconfianza en las bases. El caso de Leonor Granados (ver Leonor Granados confirmó que se suma a La Libertad Avanza de Ezeiza: “Me puse la camiseta violeta”), exsenadora del Frente Renovador, es paradigmático: su desembarco en LLA fue leído por muchos como el ingreso de un “caballito de Troya” del massismo. “No se puede construir el cambio con los mismos de siempre”, repiten en voz baja militantes que ven cómo se reciclan viejas estructuras bajo nuevos colores.

Como escribió el periodista Ignacio Zuleta, “la política argentina no se divide entre oficialismo y oposición, sino entre los que tienen territorio y los que tienen relato”. En ese sentido, el congreso libertario busca saldar esa deuda: pasar del relato a la estructura. Pero el riesgo es que, en el intento, se diluya la identidad que los llevó al poder.

Rosca

En ese esquema, La Libertad Avanza no replica la rosca tradicional, sino que impone una lógica distinta: la del vencedor que absorbe, no la del aliado que negocia. Tras haber conquistado la Presidencia y obtenido la jefatura de Gobierno porteña, el mileísmo desembarca en la provincia con una premisa clara: no hay frentes ni coaliciones, solo un color —el violeta— y quien quiera sumarse debe hacerlo bajo esa bandera. Dirigentes vecinalistas, cuadros del PRO, radicales sueltos, exUCeDé, todos pueden entrar, siempre que acepten las reglas del nuevo orden. La lapicera es una sola, y está bien custodiada.

Los dedos en V

Del otro lado, el peronismo vive su propia encrucijada. La movilización por Cristina Fernández de Kirchner mostró potencia simbólica, pero no resolvió la pregunta de fondo: ¿hay condiciones reales para una unidad electoral? Máximo Kirchner se muestra como candidato aún con mensajes de voz de CFK, pero ya no es un secreto a voces que no genera consenso pleno. En este sentido Axel Kicillof, junto a quienes lo rodean -poderosos intendentes, caciques territoriales- resiste desde su armado Movimiento Derecho al Futuro, mientras que Sergio Massa y el Frente Renovador se entrega y empuja una «unidad» con condiciones para él y los suyos, frente a la ya mentada “tercera vía peronista” con viejos conocidos, como su coterráneo Julio Zamora, el anti K echeverriano Fernando Gray, el senador de derechas Joaquín de la Torre, y algunos UCR del sector productivo bonaerense.

Boinas blancas

La UCR, por su parte, también atraviesa turbulencias: mientras un sector intenta preservar identidad, otros tantean acuerdos con LLA o incluso con el peronismo. Facundo Manes insiste en una autonomía que no termina de consolidarse, pero que interpela a un electorado huérfano de referencias.

Todo esto ocurre bajo dos relojes distintos: las elecciones provinciales del 7 de septiembre, donde se juega el poder real en Buenos Aires, y las nacionales de octubre, que definirán el equilibrio político del país. El oficialismo libertario lo entendió: acelera con congresos, candidaturas y control de estructuras. El resto, por ahora, sigue discutiendo quién tiene la lapicera.

 

En Data Conurbano nos interesa tu opinión

Deje su comentario aquí
Ingrese su nombre