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viernes, marzo 29, 2024
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En Lomas de Zamora, aquellos carnavales por Laprida: “¿A dónde vas alegre mascarita?”

En Lomas de Zamora los corsos se vivían con intensidad. Y sobre la calle más conocida del partido los juegos con agua, serpentina y color eran la principal atracción. Una vuelta por aquella nostalgia de verano.

Por Federico Gastón Guerra*

Del archivo periodístico de Roberto Vicchio.

“- ¡Sacate el antifaz! / ¡Te quiero conocer! / Tus ojos, por el corso, / Va buscando mi ansiedad. / ¡Tu risa me hace mal! / Mostrate como sos. / ¡Detrás de tus desvíos / Todo el año es Carnaval!”, describe la letra del tango “Siga el corso” de Francisco García Jiménez y Anselmo Alfredo Aieta. Así de intensos eran aquellos carnavales de Lomas de Zamora que tenían en la calle Laprida su centro de mayor diversión.

Laprida se engalanaba de fiesta para los carnavales. Aquellos corsos, que no iba a contramano, se hacían fiesta por esa calle hasta la actual avenida Hipólito Yrigoyen. Los memoriosos vecinos consultados coinciden en que en esa esquina se levantaba el palco oficial: “Y hasta se entregaban galardones a las carrozas que participaban del mismo”, detallan.

Carlos Mujico en su poema “A Calle Laprida” describió cómo era esa calle: “La «Florida de Lomas», fue tu mote paquete coletazo de un tiempo con yuguillo malevo, cuello duro, cambrona, el chambergo y los timbos charolados y espejo de un ayer que está muerto. / Tiempos de serenata y piropos señeros con paradas en la esquina, esperando un encuentro romances que anunciaba el «Picaflor de Lomas», periodistas bohemios y canillitas reos. / Galería famosa estarán en tu cita: el negro Dixie Reid, los mellizos diareros el buenazo de Corvi, los Ruffo y en el fondo Linardo y su zamboña en un ronco concierto (…)”.

También, es cierto, que algunos bailes de carnaval se hicieron en el Palacio Municipal. Tal vez sumados a los corsos de la actual calle peatonal se realizaban romerías en el salón principal del edificio del municipio.

Carnavales de Lomas. Del archivo periodístico de Roberto Vicchio.

De la etiqueta a jugar por las calles

“En el 1° piso del palacio municipal se realizaban fiestas a beneficio. La primera de ellas fue para la Cruz Roja Las puertas corredizas y plegadizas se abrieron comunicando todo el piso. Había ventanillas con barrotes de bronce y vidrios esmaltados donde se podía pagar la entrada y bailar hasta altas horas de la noche. También se celebraron las fiestas de fin de año y los carnavales”, se lee en el libro por el 150 Aniversario de Lomas de Zamora editado por el Banco Provincia.

Inicialmente los bailes de carnaval eran lujosos: “(…) los dueños de las casas quintas y de las estanzuelas (…) se iban en sus carruajes lujosos a Adrogué, al famoso hotel La Delicia o a Lomas de Zamora”, detalla la historiadora Liliana Matheu en un artículo de la agencia AUNO

Matheu quien es coautora del libro Crónicas del siglo, describió en AUNO que a partir de 1912 el carnaval era “uno de los pocos momentos de esparcimiento que tenía la gente en el ámbito público, en las calles.”

Foto archivo Juan Carlos Salvia. Agua para carnaval.

Aquella diversión era al grito de “jugar al agua” … En aquellos corsos se establecía una hora límite para asistir sin riesgo a la mojadura. Todo se informaba con anuncios en volantes o mediante parlantes e incluso hay quienes recuerdan que hasta había “señales mecánicas (en algunos casos sonoras del cuartel de bomberos local), para que quien permanezca en la zona sea el responsable de su integridad”.

Un dato color se lee en las páginas del matutino LA UNION del 28 de febrero de 1960 donde en la tapa se ofrecía un cronograma de festejos que se darían en los barrios y localidades. Y aclaraba que “como en años anteriores no había corsos oficiales por razones de economía”. Por eso la fiesta sería en los clubes y entidades sociales con música y decoración.

Ya en estos tiempos donde la moda es pasear por los shoppings y comprar con tarjetas de crédito y débito, iniciar un paseo aquella histórica Lomas de Zamora y su calle Laprida, resulta todo un desafío: el de recordar cómo era ese pueblo y cómo evolucionó casi sin que nadie se diera cuenta. Hoy quedan anécdotas y recuerdos con un pasado que, sin querer, nos dijo adiós…y hoy saludamos de alegre mascarita.

*el autor es periodista, escritor, investigador e historiador

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