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jueves, marzo 28, 2024
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Einstein: Cuando el sabio estuvo en Llavallol

La visita fue en marzo de 1925. Los vecinos de la época lo describieron con una personalidad parca y hosca. Se alojó en la cabaña de una familia de dinero. Allí pudo descansar del público tan ferviente por la personalidad y de paso seguir trabajando en sus teorías.

Por: Federico Gastón Guerra

«Nunca llegarás a nada», le expresó un maestro a un niño de escuela primaria que estaba papando moscas y que tenía cara de estar en la luna. Pero el chico estaba concentrado en otra cosa, y no en las amenazas del docente que se exasperaba al verlo inactivo y poco participativo en la clase.

La anécdota le ocurrió a Albert Einstein y la refleja en «Memorias del fuego» el escritor Eduardo Galeno, quien agrega que ese chico «se preguntaba cómo sería la luz vista por alguien que pudiera cabalgar un rayo; cuando se hizo hombre encontró la respuesta, que resultó ser la teoría de la relatividad».

El científico alemán recorrió el mundo dando conferencias y clases magistrales en relación a la teoría que lo convirtió en el hombre de mayor prestigio dentro de la ciencia física.

En uno de los tantos viajes recaló en Buenos Aires y de allí viajó a refugiarse en la tranquilidad campestre de Llavallol. Esto fue en marzo de 1925, cuatro años después de haber obtenido el Premio Nobel.

«Arribó al puerto de Buenos Aires un hombre desalineado y aparentemente distante del medio que lo rodeaba. Ejecutaba brillantemente el violín y tenía el antecedentes de haber sido un mediocre alumno de matemáticas», se lee en el libro «Llavallol hojeando recuerdos».

La estadía fue en la cabaña de los Wesserman, donde está el Colegio La Milagrosa. Claro que recién llegado Einstein se hospedó unos días en la residencia que esta familia tenía en la Capital Federal, donde el mundo porteño agasajó con todos honores «al sabio».

El historiador Carlos Liotta relató que «el vecino Agapito llevó al científico hasta la Cabaña en su coche de servicio y que lo describió como un hombre retraído y muy parco en las palabras».

La quinta de Wasserman era una de las más lujosas de la época ya que contaba con un monte de 5.000 durazneros, amplio parque con una importante plantación de frutales que eran recogidos en época y trasladados en tren y camión al Mercado de Abasto.

«Don Bruno Wasserman tenía una hermosa limousine -describe el libro ‘Llavallol, hojeando recuerdos’- para su uso personal. Era amante del lujo y del boato: en sus tierras existía un campo de polo, lo que le permitía alternar con lo más alto de la sociedad.»

En el Museo MAgNa – Santa Catalina,que cuenta con objetos con interés botánico, agronómico, arqueológico e histórico-cultural, se lee en la línea de tiempo con acontecimientos históricos de la zona en el año 1925: «Anécdota – Visita la zona de Santa Catalina Albert Eisntein, con su amigo Bruno Wassweman, vecino de Llavallol. Detrás del auto, su chofer, José Moreno».

En este contexto es que el creador de la teoría de la relatividad pasó unos días de descanso. Sin molestias, ruidos o curiosos que puedan molestar o perturbar largas tertulias y descansos prolongados.

También en aquella oportunidad visitó La Plata del dónde realizó conferencias sobre su teoría. A la capital bonaerense la describió en sus apuntes de viaje como una ciudad “bonita, tranquila, estilo italiano, con magníficos edificios universitarios que están amueblados en estilo norteamericano”, y la compararía con la ciudad de Brujas: “Las dos son ciudades melancólicas y tristes”. Se lee en un artículo del diario HOY.

La personalidad del visitante fue descripta como introvertida y estructurada. «Era de cabellos grises largos, vestía pantalones negros y pulóver gris, y tenía un carácter muy huraño», lo describieron los vecinos de ese entonces.

Aunque de todo puede suceder cuando las personas no están acostumbradas a los aires de campo. El hecho más recordado, y que corrió por todo Llavallol, fue la oportunidad en la cual Einstein intentó ordeñar una vaca con poco éxito.

El diario La Unión, en la edición por el 135º de Lomas de Zamora, relata así el suceso: «Dicen que en cierta oportunidad, al tratar de ordeñar una vaca está sacudió la cola ensuciándole el cuello. -¡Caramba! -exclamó el sabio- dicen que sé tanto pero ¡esto no lo sabía! El mayordomo, muy solícito, acudió en su ayuda y le lavó el cuello ante la perplejidad del físico».

Al concluir la visita del alemán, Wasserman enviuda y se va a vivir a Neuquén para formar una nueva vida. La cabaña pasa a manos del City Hotel de la Capital Federal. Amplia las instalaciones, mejora la estructura edilicia y lo incorpora al complejo hotelero.

Por su parte el físico no deja de trabajar en nuevos proyectos, pero sin lugar a dudas la forma de ser de Albert Einstein jamás cambió por esto el uruguayo Eduardo Galeano lo describió así: «El más célebre de los sabios tiene los más tristes ojos de la historia humana».

Tal vez, una de los pocos momentos graciosos lo ha vivido en Llavallol, cerca de la sociedad porteña, pero muy lejos del ruido de la gran ciudad capital.

Eisntein, «el sabio» que pasó por Llavallol y que hoy muy pocos recuerdan…

Einstein periodista

En uno de los artículos para La Prensa, Einstein reiteró su deseo de transmitir su visión del mundo. Así detalla parte de ese artículo la periodista de BBC Mundo Rosario Gabino:

«Quiero que en la Argentina, en cuya capital reconozco un gran centro de cultura, se conozcan los fundamentos de mi teoría, tal como la entiendo y no bajo el aspecto en que me la presentan admiradores entusiastas que en el calor de la polémica, la desfiguran muchas veces.»

3 Comentarios

  1. Dicen, que en mas de una oportunidad, Einstein, iba caminando a ver el atardecer al puente peatonal de la estación Llavallol, (aun existente). Esa contemplación le atraía mucho, según el relato

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