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En el Día de la Música, el recuerdo para Osmar Maderna, ese tanguero que creó un estilo y murió en Lomas de Zamora

“Los grandes en espíritu nunca mueren; por eso podemos afirmar que Osmar Maderna sigue con nosotros”, evocó el locutor de Radio El Mundo con motivo de un homenaje que se le hizo en 1952, a un año de su muerte.

Por Federico Gastón Guerra*

Su pasión era volar y desde el aire compuso: Lluvia de estrellas, Concierto en la luna. “He logrado, al fin, convertir en realidad una de mis grandes aspiraciones”, declaró en 1951 al recibir su brevet de aviador a la revista Sintonía.

Poco después de ese esperado momento Maderna, con 33 años, murió en Lomas de Zamora en un accidente aéreo el 28 de abril de 1951. La desgracia llegó en circunstancias poco claras en la zona de Parque Barón.

Lo poco que se supo es que la avioneta que conducía chocó contra otra. También el acompañante de Osmar, Ernesto Rodríguez, falleció en el acto.

“El diario LA UNION reflejó la noticia y le dedicó el titular más importante: ‘A 200 metros de altura chocaron dos aeroplanos: hubo 4 muertos’. La nota remarca la sorpresa de los testigos de aquel hecho que señalaron que ‘corrían una carrera’: ‘Vieron despertada su curiosidad, ante el cuadro que ofrecían dos aeroplanos, que volando a una misma línea a proximidad en extremo peligroso, era evidente que corrían una carrera’. Pero ‘la cola de uno’ chocó contra ‘el ala del otro’ sobre el Barrio Parque Barón”, remarca una nota recordatoria reciente en la versión web de ese matutino. Uno de los aviones cayó en el baño de una casa en Córdoba 850, y el otro cayó en un descampado, más al Norte.

Inicialmente sus restos descansaron en el Panteón Sadaic, en el cementerio de Chacarita; desde el 27 de abril de 2014 sus cenizas yacen en el panteón de Pehuajó, su ciudad natal.

Único en su estilo

Este singular director de orquesta y compositor no tuvo seguidores en la manera de interpretar el tango. Había nacido en Pehuajó el 28 de febrero de 1918. “Allá comencé a estudiar música. Era en la casa de doña Leonida Lugones de Azcona; todo lo que sé se lo debo a ella”, expresaba.

A los 6 años ya era músico de una orquesta pueblerina. Formó dúo con su padre: “Hacíamos un baile aquí. Otro en la chacra de don Rudencio. Los carnavales; de un lado al otro, con el entusiasmo y los instrumentos”, rememoraba en cada ocasión que se le preguntaba por sus comienzos.

En la enciclopedia “Tango Nuestro” podemos leer que en 1933 se recibe de profesor de piano y poco después llega a Buenos Aires para conquistarla, a pesar de su corta vida y haber grabado sólo 56 temas.

La radio fue su para obligatoria y desde allí impostaba la voz para presentarse en Radio Callao donde fue solista. En ese contexto es que conoció a Domingo Federico, Enrique Francini, Armando Pontier y otros grandes del tango.

En 1945 forma su propia orquesta y su entrega a la música popular de Buenos Aires es total. Aunque el estilo, puede decirse, casi cambia al género; es que su “Lluvia de Estrellas” llega a los Estados Unidos con tanto ímpetu que es adaptada a una película de Walt Disney.

El periodista Otto Carlos Miller escribió la novela “Lluvia de estrellas”, en homenaje al director y sobre el final de su extenso trabajo un personaje tanguero lo recuerda así: “Es un grande del tango que está muy olvidado. Algunos no lo quieren porque dicen que deformó al tango pero no es así. Pobrecito, pensar que murió en Lomas de Zamora y a los treinta tres años, como Cristo”.

Y es cierta la apreciación: su obra estaba influenciada por Chopin y otros clásicos. Su orquesta era sinfónica y tal vez emparentada con Julio de Caro.

Sólo treinta y tres años alcanzaron para aferrar un estilo. “Era un músico de alto vuelo y justamente murió el mismo año que otros dos grandes, Homero Manzi y Discepolín. Realmente es música cósmica.”, explica “El fantasma de Temperley”, personaje de la novela de Miller.

“Donde el río se queda y la luna se va, donde nadie ha llegado ni puede llegar; con las alas de tu fantasía serás la alegría”, dice el tango Pequeña con música de Maderna; hoy sirven esos versos como evocación al gran director.

La muerte lo encontró joven y en Lomas de Zamora, pero sus composiciones siguieron por años en lo más alto de la música, y también de las discusiones de café.

Es que Buenos Aires es poco proclive al cambio y ahí quienes compararon a Piazzola con Maderna por aquello de la rapsodia y las ganas de ser distintos en un ámbito difícil, el del 2 por 4.

“Este homenaje, complace al artista que fuera predilecto de su cartelera. Al compañero siempre generoso, a ese amigo de todas las horas cuya desaparición no resistimos, todavía, a admitir”, con la voz entrecortada del locutor de Radio El Mundo los aplausos sellaron el homenaje a Maderna, en 1952; el tanguero que murió en Lomas de Zamora.

OSMAR MADERNA
(26 de febrero de 1918 – 26 de abril de 1951) – Músico, pianista, director y compositor. Nombre de familia: Osmar Héctor Maderna – Apodo: El Chopín del Tango.

Grabaciones instrumentales de Osmar Maderna para el sello RCA Víctor 1946 – 1950

El vuelo del moscardón
Chiqué
Concierto en la luna
Don Juan
Ojos negros
Loca Bohemia
Fantasía en tiempo de tango
Felicia
El Marne
El baqueano
El rodeo
El bajel
Lluvia de estrellas
El pillete
Charamusca
Que noche
Inspiración
Escalas en azul
La cumparsita
La cautiva
La huella
Aromas
Ahí va el dulce

*el autor es periodista e historiador

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