La Legislatura bonaerense se dispone el próximo lunes a modificar los plazos electorales, con el respaldo de todas las fuerzas políticas. Aunque la medida responde a un pedido de la Junta Electoral bonaerense, la coyuntura política sugiere que esta reforma también tiene implicancias estratégicas dentro del oficialismo provincial. Por: Sebastián «Tecla» Farias.
A simple vista, la propuesta parece una necesidad técnica para mejorar la administración del proceso electoral. Sin embargo, en un contexto donde el peronismo bonaerense atraviesa tensiones internas, este ajuste puede verse también como una oportunidad para organizar tiempos y estrategias políticas.
Consenso legislativo o necesidad política?
El proyecto de reforma cuenta con el respaldo de un amplio espectro político, con las firmas de los senadores:
- Teresa García (Unión por la Patria)
- Carlos Curestis (La Libertad Avanza)
- Joaquín de la Torre (Derecha Popular)
- Agustín Maspoli (UCR + Cambio Federal)
- Sergio Vargas (Unión, Renovación y Fe)
La iniciativa busca reformar el artículo 61 de la Ley 5.109, estableciendo 50 días entre la presentación de listas y la fecha electoral, además de 30 días para la presentación de las boletas identificatorias.
La modificación del calendario electoral, lejos de ser una simple cuestión de logística, muestra que las principales fuerzas políticas han decidido que es mejor ajustar las reglas del juego antes que enfrentarse a incertidumbres innecesarias en el tramo final del proceso electoral.
¿Mayor transparencia o margen de maniobra?
Si bien la reforma permitirá una mejor organización electoral, también dará mayor flexibilidad a las fuerzas políticas para definir candidaturas, evitar impugnaciones apresuradas y afianzar estrategias internas.
En especial, en un peronismo bonaerense que busca ordenar tensiones entre el kicillofismo y La Cámpora, este ajuste puede leerse como una señal de estabilidad momentánea, antes de que las disputas internas vuelvan al primer plano.
Escenario
El ajuste de los plazos electorales es, sin dudas, un paso técnico necesario, pero también una maniobra estratégica dentro del escenario político bonaerense.
La pregunta sigue abierta: ¿es una reforma orientada a mejorar la transparencia democrática, o una jugada política para facilitar acuerdos internos?
Lo único claro es que en la política, el calendario se acomoda según las necesidades del momento.