Tenía 26 años y falleció el lunes pasado en su casa de Tristán Suárez ante la presencia de un médico que no la reanimó. Pese a la desesperación, “el doctor no dejó el celular mientras Eliana se moría”, contó la familia. Un caso conmocionante que involucra la presunta desatención de un Centro de Diálisis y del Hospital Ezeiza. Además, una supuesta “coima” para “agilizar” la obtención del certificado de defunción.


El lunes pasado murió Eliana Gauto, una chica de 26 años con muchos problemas de salud y psicológicos quien fue claramente víctima de un sistema sanitario que para su familia “la abandonó” y a hoy ningún médico les explicó qué pasó. Las dudas en torno a su fallecimiento son muchas, como también las sospechas de complicidades y hasta la indignación se dispara porque en medio del dolor, “para evitar” mayores papeleos y denuncias que podrían vincular a directivos en materia de salud local, “pidieron plata para sacar rápido el certificado de defunción”.
Eliana sufría de insuficiencia renal, por lo que desde hacía más de 10 años era atendida en el Centro de Diálisis San Bruno de la calle Gaddini al 100, Tristán Suárez, Ezeiza, era débil de los huesos, celíaca, había sido diagnosticada con retraso madurativo y hasta padecía ataques de pánico que transitaba con medidas de clonazepam. Pese a todo, terminó el colegio y se había dedicado a la danza y se había animado a retomar el secundario. Su mamá, Eva Benítez (69) era su compañía y no dejaba de cuidarla. Su papá había fallecido y tenía dos hermanos más.
«La hacían bailar arriba de la mesa»
Por su condición, era beneficiaría del Programa Federal Incluir Salud (Ex-Profe), que le posibilitaba efectuarse diálisis cerca de su casa. Pero las jornadas en el San Bruno eran extenuantes. Según contó la familia a Data Conurbano, sufrió ataques de pánico en medio de las sesiones y “se llegó a sacar las agujas y tuvo que ser internada”. Pero también la duda, porque Eliana varias veces contó en su casa que “los médicos la hacían bailar arriba de una mesa, se burlaban de ella, le hacían bulling”. La familia buscó explicaciones pero en el sanatorio jamás le confirmaron nada, “siempre dijeron que eran todos inventos de ella”, pero siempre hubo dudas.
Todo este pasado es necesario relatarlo para entender este presente: hace cosa de 15 días, en plena sesión de diálisis, médicos del San Bruno llamaron a la familia y dijeron que Eliana transitaba un ataque de pánico, epilepsia, que se había sacado nuevamente las agujas y que, bañada en sangre, había que llevarla al Hospital Zonal General de Agudos Dr. Alberto Antranik Eurnekian, el Hospital Ezeiza. “Llegamos y no paraba de llorar, estaba atacadísima y con dolores. No podía caminar ni moverse. En el sanatorio no nos decían nada, solo que había que llevarla y que no sabían qué tenía. Ni en silla de ruedas la pudimos trasladar hasta la ambulancia. La llevamos en una silla”, contó la familia.
Ya en el Hospital, Eliana recibió dosis no especificadas de clonazepam entre otros medicamentos, “pese a que ella ya estaba más tranquila”. Según contaron, allí “no fue revisada ni fue diagnosticada”.
A eso de las 22 de ese mismo día -sábado 4 de junio- la llevaron a su casa en el barrio El Sapito de Tirstán Suárez, estaba tranquila pero muy dolorida.
“Desde el sanatorio nos dijeron que era todo psicológico, pero ella no podía ni moverse. Les pedimos que nos den una orden para hacer una placa en forma particular para saber qué tenía, y nos dijeron que no era necesario.”
Pasó todo el día siguiente dolorida, entre medicamentos, no daba más: el lunes 6 la familia la llevó otra vez al Hospital de Ezeiza y quedó en observación. Quienes la rodearon pidieron nuevamente por placas, pero contestaron que “no tenían la máquina funcionando” y solo le hicieron análisis de sangre sin ningún resultado esclarecedor. Ese mismo día la enviaron nuevamente a su casa.
El día siguiente, el martes, fue día de diálisis. Eliana fue con insoportables dolores. La atendió otra médica, distinta a la del sábado y fue ella quien la vio mal y no dudó en hacerle una orden para una placa, cosa que le hicieron en el mismo lugar, y el miércoles supieron: tenía doble fractura en su cadera. ¿Cómo pasó? No lo saben. Ni Eliana, porque cuando sufre ataques, luego solía no recordar qué le había pasado.
Jueves, día de diálisis. La misma profesional la ve y con placas en mano, pidió que la lleven al Hospital de Ezeiza urgente. La trasladaron y quedó internada por 24 horas. No podían operarla, tenía los huesos demasiado débiles y, con la promesa de un tratamiento, fue dada de alta el pasado sábado 11. “Los médicos desaparecieron sin más explicaciones. Nos dieron el papel del alta y se fueron sin decirnos nada mas. Solo le dieron calmantes y no sabemos en qué cantidades.”
Desde ese día, la pobre Eliana no pudo dormir, solo lo hizo estando ella sentada. No podía moverse a causa de los dolores que le provocaba su cadera rota sin saber ella ni su familia las causas.
El domingo llegó la fiebre y no paró. Comenzaron los llamados telefónicos para pedir ambulancia, pero fue inútil, “todo estaba saturado”. Debido al protocolo de Covid-19, se les especificó que se recomienda a las personas quedarse en sus casas a esperar la unidad sanitaria y piden aguardar tres días para considerar la evolución de la temperatura entre otros síntomas.
Con picos de 39.1, la desesperación de la familia también fue en aumento, al punto de llamar y llamar por una ambulancia. La llevaron a una salita: “Ahí nos dijeron que no la podían atender por la fiebre y que en el Hospital tampoco la podían atender».
Los días pasaron y la fiebre persistía, y llegaron los “ataques de pánico” de Eliana que angustiaron toda la noche. “No reaccionaba. Se sentaba y se movía. No estaba bien. Nosotros seguimos pidiendo una ambulancia. Ya habían pasado los tres días que pidieron”, relataron. Se hicieron las 14, las 15 y la ambulancia que confirmó a las 10, no llegaba: “Decían que no había médico por haber muchas urgencias. Llamamos hasta la policía y fueron ellos los que nos mandaron al SAME”.
Ingresar por “el lado sucio”
La ambulancia llegó a las 19. Eliana no daba más. Sin interactuar con su familia, sus seres queridos no sabían qué pensar ni qué esperar. De acuerdo a lo contado, el médico entró a la casa y “no se quiso acercar a Eliana, diciendo que era solo un ataque de nervios, que le iba a pasar, pero nosotros insistimos en que había que llevarla a internación pero el doctor se oponía diciendo que si la llevaban había que hacerlo ingresando ‘por el lado sucio’”, suponiendo que el “profesional” se refirió a los lugares de atención en el Hospital de Ezeiza de pacientes con coronavirus.
Por la insistencia de la familia de arriesgarse de ir por el lado de los pacientes con sintomatología de Covid-19, el médico accedió y fue hasta la ambulancia estacionada afuera. Quisieron vestirla a Eliana pero sufrió un ataque con convulsiones. Parecía epilepsia. Su cuerpo se desvanecía en los brazos de su mamá. El médico se tomó unos minutos junto al ambulanciero para chequear su celular, mientras que en la casa todo era desesperación. El relato de la familia da cuenta de los intentos para que vuelva a la casa el médico, pero este parecía atrapado por la pantalla de su teléfono.
Eliana se estaba muriendo ante los ojos de la familia.
Entre llantos y luego de varios minutos, el “profesional” entró a la casa “y no le hizo RPC (reanimación cardio pulmonar) ni nada, solo le tocó el pecho.
La llevaron al Hospital Ezeiza, ingresó a un pasillo cerca del paso de la ambulancia y a escasos dos minutos el mismo profesional que acompañó la camilla volvió solo para decir que Eliana había llegado muerta.
Faltan datos cruciales que ayuden a entender un poco más, pero hay que comprender que se trata de una difícil situación para una familia asaltada por el dolor. Falleció el lunes pasado a eso de las 19. Sin autopsia ni nada, a la par del desconsuelo, transita la burocracia.
Muchas vueltas y falta de claridad en las explicaciones evitaron la entrega del certificado de defunción para retirar el cuerpo, porque Eliana había muerto en la casa en torno a una situación, compleja que envuelve a personal de salud pública, cosa que ameritaba una serie de escritos con una denuncia y declaración que supuestamente deberían emitir funcionarios públicos.
Pero a la familia, se la hicieron fácil: pagaron. ¿Fue una coima? Puede entenderse que sí, y fue algo que ellos no lo pensaron.
Sin abogados, sin denuncias, sin quejas aún por el reciente luto, la familia de Eliana es una de las tantas que pide esclarecer qué pasó. Pide justicia.
Tienen k haser justicia por Eliana los doctores son responsables de su muerte pero ay un dios justo k tarde o temprano lo van apagar
Oja que se aga justicia x Eliana no se merecia norir asi que Dios le alivio a toda su familis