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Turdera: 114 años de la Loma de las hormigas

Esta localidad del partido de Lomas de Zamora fue fundada el 30 de enero de 1910. El mote era por la altura de las tierras que pertenecían a las hermanas Eugenia e Inés Turdera. El trazado del pueblo fue realizado por el constructor Riziero Preti. Jorge Luis Borges la nombra en pasajes de sus cuentos y milongas. Por: Federico Gastón Guerra.

El 30 de enero de 1910 hubo fiesta grande al Sur del Gran Buenos Aires. A 20 kilómetros de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), nacía Villa Turdera –luego devenida en ciudad- en el partido de Lomas de Zamora. A esa ceremonia, que comenzó puntual a las 16.30 horas no faltó nadie ya que “los coches eran insuficientes, tal era la afluencia de personas que llegaban ansiosas de participar de ese grato acontecimiento en aquellos silenciosos parajes”, describió el diario LA UNION el 1 de febrero de 1910.

Iglesia Conversión de San Pablo, Camino arbolado de la Plaza General San Martín, y antigua Estación ferroviaria Turdera principios del Siglo XX (Foto de portal Rumbo al Sur).

Tal la importancia que este acto recibió la adhesión del presidente de la República, Figueroa Alcorta, y la fiesta duró hasta bien entrada la noche en la residencia de las hermanas Inés y Eugenia Turdera, dueñas de las tierras. Hubo invitados elegantes, acta de fundación, periodistas de las populares revistas PBT, Caras y Caretas, Vida Moderna, banda de música oficial, lunch opíparo y entrega de medallas de plata y cobre.

Por esto en sus coquetas cuadras, cerca de 2 kilómetros cuadrados, Turdera esconde una historia que es realmente basta ya que los orígenes de la misma se remontan hacia 1910 pero los primeros pasos se dieron antes de esa fecha.

Hacia 1907 estas tierras eran conocidas como Loma de las Hormigas por estar a unos 25 metros sobre el nivel del mar. Esta elevación trajo como consecuencia que la estación Turdera (Kilómetro 19, 448 en un comienzo allá por 1909) se encuentre enclavada virtualmente en un pozo. Vecinos e historiadores del lugar contaron que la parada ferroviaria fue hecha a pico y pala y que la tierra fue llevada hacia el terraplén ferroviario de Avellaneda.

Marcelo Arcas en la Revista Rumbo al Sud detalló aquellos movimientos: “Cuando el Ferrocarril del Sud adquirió en 1890 el ramal de Santa Catalina a Cañuelas, abandonó los primeros kilómetros a partir de Santa Catalina, incluyendo el predio de la primitiva estación Llavallol, para conectar el resto con su red, en el kilómetro 18 de la vía entre Temperley y Adrogué. Esta variante dio lugar a la construcción de una nueva estación Llavallol y entre ella y el empalme con los rieles del Sud, la estación Turdera.

“Turdera –escribió Arcas– se construyó totalmente a bajo nivel (…). También se construyeron en ladrillo dos puentes carreteros idénticos, uno para el cruce del antiguo camino general de Barracas a San Vicente (Camino de las Tropas) y otro junto a la estación Turdera que con los años, al ensancharse la avenida Yrigoyen, se demolió y en su lugar se construyó otro de hormigón.”

Tras el primer remate en 1908 la naciente villa comienza sus primeros pasos de manera consolidados y es el 30 de enero de 1910 cuando se coloca la piedra fundamental de la Iglesia Conversión de San Pablo con la presencia de autoridades provinciales y municipales; además de las dueñas de las tierras las hermanas Eugenia e Inés Turdera.

El trazado del pueblo fue aprobado recién en junio de ese año, a través del Honorable Concejo Deliberante de Lomas de Zamora por ordenanza Nº 360. Así tras la piedra y la aprobación el proyecto Turdera comienza a crecer. El tranvía a caballo que la unía con Temperley y el Hospital Español fue inaugurado un 17 de enero de 1910, y recorrería hasta 1924 esos caminos de hierro.

Este progreso fue seguido por la construcción del teatro Colón, inaugurado en 1913, la Iglesia Conversión de San Pablo y una gran cantidad de casas y casonas. Además de la cancha del Club Atlético Temperley, antes Centenario Football Club, en la hoy esquina de San Lorenzo y Agüero.

“Mi padre no quería casa hechas a los apurones y mal construidas, así que a los compradores por intermedio del Banco de Turdera se le financiaba el terreno y se les regalaba ladrillos para que hagan la casa de material”, contó hace un tiempo María Preti, hija del constructor Riziero Preti.

La Guerra Mundial (1914 1918) fue junto con la muerte de las hermanas Turdera y el dinámico constructor Preti un punto de inflexión en la vida de esta pujante localidad, ya que entre otras el templo fue salvado milagrosamente del martillo del remate por la señora Adelia María Harilaos de Olmos (benefactora perteneciente a una acaudalada familia de terratenientes), y el teatro junto con el tranvía dejaron de existir.

Los Iberra, los que mentó Borges

En un costado de Turdera, al lado de la vía, en la denominada Costa Brava, vivían los hermanos Iberra, hombres del cuchillo y del coraje. “Velay, señores la historia / de los Hermanos Iberra / hombres de amor y de guerra / y en el peligro primeros/ la flor de los cuchilleros / y ahora los tapa la tierra», así Jorge Luis Borges, los mentó para siempre en su poema Milonga de dos Hermanos, todo un referente.

El periodista Carlos Mujico, ya fallecido, conoció a la familia y fue categórico al afirmar hace unos años que “la realidad nos señala que el Ñato Iberra murió dentro de su casa por un disparo efectuado accidentalmente. Y su hermano Roberto no debía nada porque era más bueno que Lassie e incapaz de matar una mosca”.

Ricardo “Nene” Iberra, el más chico de esta familia –ya fallecido al igual que sus hermanos-, le narró a este cronista hace un tiempo que “peleaba a mis hermanos por defender a amigos. El cuchillo lo usaba para comer asado. No peleábamos con cuchillo sino a garrotazos y trompadas. Yo le pegue, una trompada a un hombre que lo levante del suelo. Me había sacado de las casillas».

El escritor ganador del Premio Cervantes estuvo de visita en Turdera en 1969. El escritor firmó libros en la librería de la ciudad y presidió un concurso literario. “Señor Borges, como dueño de esta librería me siento muy emocionado ante su visita. Pido un aplauso”, dijo el dueño del local. A lo que el escritor de El Compadrito agradeció a los presentes y fiel a su ironía luego de firmar varios ejemplares: “Espero que los aplausos no sean por mi caligrafía, que es pésima”.

El romance Turdera – Borges nacía con fuerza y él mismo lo marcó en la respuesta que le deja al periódico local El Tiempo que en ese momento le realizaba un reportaje: “Yo he tenido siempre el vicio de ser un caminador, de modo que he venido caminando hasta Turdera, he ido caminando a Burzaco, Temperley o Mármol”.

Historia contemporánea

La gente fue llegando a Turdera y con ella el progreso de una localidad que ya no tendría el barro de sus calles como emblema de pueblo y que quería ser más. Es por los años ’70 donde los vecinos comienzan a movilizarse para que la “villa “pase a ser ciudad.

El pedido se hizo eco y en 1974 Turdera pasó a ser ciudad. “Por aquellos años los vecinos reclamábamos por las molestias que ocasionaba el mercado de abasto, teníamos un servicio de trenes deficientes para trasladarnos a la Capital Federal y estábamos luchando para que se hagan las obras de gas“, recuerda el ingeniero Carlos Guerra, habitante de Turdera.

“Además, por esos años se estaba gestando la parada Hospital Español del ferrocarril Sarmiento (ramal que unía Haedo con La Plata) que era muy solicitada” enfatizó el ingeniero.

Finalmente un 30 de octubre de 1974 se declara, por medio de la legislatura provincial, a Turdera oficialmente como ciudad. De esta manera se desprende de Temperley.

De Ramos más que generales

Dentro de los Almacenes de Ramos Generales estaba el boliche de Patetta, en las hoy esquinas de Avenida Hipólito Yrigoyen y Esquiú.

Fue ese almacén un clásico en Turdera durante varios años. Su dueño Benito Patetta era un hombre muy querido y una gran persona, al menos esto es lo que resaltaba. Manuel Severi en la revista San Pablo del Año 1937.

“No podemos dejar de recordar la figura de Don Benito Pateta, que con su carrito cargado de víveres cruzaba látigo en mano las calles barrosas de Turdera en esos inviernos lluviosos para llevar la yerba el azúcar y demás (…)”, rememoraba Severi por ese tiempo.

De 1910 es el almacén Río de La Plata de puertas abiertas en la esquina (donde hoy se encuentra) de 9 de Julio e Hipólito Yrigoyen. Claro que quedaba del otro lado que el de Patetta, pero por su parte juntaba otro tipo de clientela y de compradores.

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