Un grupo de randeras sigue el legado entre talleres y exposiciones. A través de este arte único realizan desde carpetas, pañuelos, yales hasta caminos de mesas. La introdujeron los invasores españoles hace 500 años, es la insignia de Monteros. Por: Federico Gastón Guerra.
Es clave tener en cuenta que lo que hace ser randa a la randa es el proceso tradicional de su producción. Los productos en sí pueden ser varios: carpetas, pañuelos, yales y todo lo que nuestra creatividad permita. Estas confeciones tienen base en Monteros, ubicada a 50 kilómetros al Sur de San Miguel de Tucumán: un legado que esta ciudad, fundada en 1754, posee como único lugar del mundo donde se realiza este tejido con pasado en los conquistadores y presente en las randeras que acunan este arte.
En Monteros las randeras muestran su arte único. «La randa es un tejido de finos hilos que se entretejen formando piezas de gran delicadeza y bordados detallados, requiere de una destreza notable y se remonta a las damas castellanas que pisaron estas tierras en épocas coloniales. Con el transcurrir del tiempo, este legado cobra aún mayor valor.», destaca el portal monterizos.com.ar
Manos a la randa
Para su confección se necesita: aguja de pasa lana, alambres de distintos grosores, hilo 100% algodón, tijera pequeña y un bastidor. “El primer paso es armar una malla en un bastidor, para luego bordar la misma con la interminable variedad de diseños que existen. Luego se almidona la misma dejándola secar. Al sacar la pieza del bastidor obtenemos una original randa”, se indica en Randa tradición y diseño, editado por el municipio.
El tejido básico se complementa estirando la malla en un bastidor de madera o de alambre. Primariamente se lo hacía con espinas de quimil y luego con pajitas de escoba. Este paso consta de tres etapas: tejer la malla o trama, tejer la puntilla y luego unir estas dos para finalmente colocar en el bastidor y bordar.
Los bastidores son de madera o alambre y de tamaños muy variados, hay algunos de hasta 1,80 de diámetro. El tejido se realiza con hilo de coser. Así la randera inicia su labor con diferentes puntos: arroz, cadena, anís, lluvia simple o lluvia doble.
Los motivos son básicamente con formas naturalistas como hojas, mariposas o pájaros, así como motivos geométricos tipo arabescos. Una vez terminado el bordado se lava la randa y se la almidona con apresto para que se endurezca el tejido. Esta destreza permite realizar puntillas, cuellos, carpetas para mesa, capelinas y pulseras.
Su raíz
Estas pequeñas obras de arte tejidas son hoy un símbolo de identidad de esta ciudad. Fueron introducidas en esta zona tucumana por los conquistadores españoles en las cercanías de lo que hoy se conoce como El Cercado, en el departamento de Monteros. Las randas eran, por entonces, piezas de exportación a diferentes puntos de país con distinguida aceptación y ostentosa cotización.
Su nombre proviene del alemán ‘rand’ de hilos entretejidos en un bastidor, tramado. Así el historiador monterizo Tulio Santiago Otonello sumó su pluma en la búsqueda de la génesis de este arte y en el libro “La randa. Una artesanía tucumana” concluye que no tiene raíz española sino en los Países Bajos y Alemania: “Se pagaba muy bien en la colonia. Una pieza de randas valía 20 pesos en comparación a un anillo de oro que costaba 17”.
“Esta pequeña población rural, vecina al antiguo Ibatín, es un paraje cuyo origen se remonta a los albores del Antiguo San Miguel de Tucumán. Cuando en 1685 la ciudad fue trasladada a su actual ubicación, se llevaron casi todo, pero la randa como costumbre y artesanía, se quedó precisamente allí, en un suburbio de la vieja ciudad, conocido como El Cercado. En ésta pequeña población rural, situada entre Ibatín y Monteros, se concentra la más antigua comunidad de randeras”, analiza Otonello en “La randa una artesanía tucumana”.
Al mundo
Este arte basado en delicadeza y habilidad, es cultivado en la actualidad desde el Taller de randas que creó la municipalidad de Monteros. Se trata de un proyecto que se inició en 2009 desde la Dirección de Turismo y tiene convocatoria provincial con alumnos de San Isidro de Lules, Simoca, Yerba Bue na, Juan Bautista Alberdi y San Pablo entre otros.
La randa fue, incluso, presentada como una artesanía digna para competir por el «Reconocimiento de Excelencia de la UNESCO»: “Una competencia que en su tercera edición pretende reconocer a productos del MERCOSUR para que los mismos puedan ser comercializados junto a un documento que certifique su magnificencia, a su vez, se les abrirán las puertas de los mejores salones de Paris, Nueva York y Londres, para su exposición”, indican desde el área de Turismo de Monteros.
Es por este camino que en el 2015 Doña Margarita Ariza, una célebre randera, fue reconocida por su trayectoria por el «Premio del Fondo Nacional de las Artes».
Fotos: Facebook Randas del Cercado. Y Tucumán Turismo
Como siempre ,el Lic F.Guerra ,no solo nos nutre de conocimientos, también su pluma, «nos traslada a los lugares» donde su investigación se poso