Se fue de ronda y poemas el 14 de agosto de 1974 a los 69 años quien trabajó en el diario Crítica. Conoció esta ciudad por su amistad con Rafael Jijena Sánchez quien vivía en Turdera. Por: Federico Gastón Guerra.
“Eche veinte centavos en la ranura / si quiere ver la vida color de rosa. / El dolor mata amigo, la vida es dura / si quiere ver la vida color de rosa / eche veinte centavos en la ranura. / Estampas, luces, musiquillas, / Y fiesta, fiesta (…)”, escribió para siempre el poeta y escritor Raúl González Tuñón quien nació el 29 de marzo de 1905 y por esas vueltas del destino describió a Turdera en sus inicios como la ciudad en la que “cabe el pueblo en el atrio”. Se fue de ronda y poemas el 14 de agosto de 1974 a los 69 años.
Tuñón tenía mucha amistad con Rafael Jijena Sánchez quien nació en Tucumán pero el destino lo trajo a esta villa naciente de Lomas de Zamora. Es por eso que dejó grabado en “Memoria de Turdera” (El transeúnte. Bs. As., Ediciones Culturales Argentinas, 1982. Pág. 66-68): “Vivíamos en la calle de ‘La Tropas’, / antes, ‘el Camino Real’. / Me eran tan familiares el ‘hopa’, / casi a diario, / como la vecindad de los Iberra, / los que mentó Borges. / Era junto a la estación de juguete de Turdera / y en ese rincón de tiros y puñaladas /conocido por la Costa Brava”.
En uno de esas visitas de Raúl a esta ciudad que en los albores del siglo XX tenía la melodía de los jilgueros, el polvo liviano de las huellas en la tierra, las vías del tren como único acceso a la Capital Federal, un tranvía a caballo y un templo enorme para la época con relación a los habitantes, el poeta exclamó que en Turdera “cabe el pueblo en el atrio”. La cita es de Jijena Sánchez en el encabezado de uno de sus poemas.
Era un hábil observador de lo cotidiano. Así lo plasmó entre tantas obras en La calle del agujero en la media, que si bien describió París podemos creer que parte de sus versos pueden ser de las calles turderenses: “Yo conozco una calle de una ciudad cualquiera / y mi alma tan lejana y tan cerca de mí / y riendo de la muerte y de la suerte/ y feliz como una rama de viento en primavera (…)”. Fue quien inició, según los críticos literarios, la corriente moderna de poesía urbana.
La estrecha relación de estos hombres de letras se inicia en Buenos Aires cuando adolescentes frecuentan el ambiente literario. “Todos formaban un grupo insomne, asiduo de lecherías y cafés, de ayuno obligado y de caminatas largas por San Telmo y por la Boca (…)”, agrega Darío Pulfer en aproximación bio- bibliográfica a Rafael Jijena Sánchez.
También esta pequeña ciudad contaba con un teatro modesto (aunque llamado Colón), ganado cimarrón, algunas casas, pocos comercios y un puñado de vecinos que en la vuelta a la plaza San Martín dejaban sus mejores trajes los domingos.
Jijena Sánchez pinta en palabras su pasar por la pequeña ciudad naciente: “Desde las casas se divisaban la chimenea de la Bieckert de Llavallol y las cúpulas del Hospital Español (…). Cada 21 de septiembre, para mi cumpleaños, / llegaban los amigos, escritores o no; / y era pintoresco, tiernos y bulliciosos/ verlos rodear a mi madre; los Tallón, los González Tuñón/ Tálice, Arias Duval, / Casal Castel, Xul Solar, / Julio Sánchez Gardel y otros.”
Raúl González Tuñón fue un eximio “cronista de viajes y crítico de arte en el diario vespertino Crítica, donde también escribieron Jorge Luis Borges, Roberto Arlt y Carlos de la Púa, entre otras celebridades”, recuerda un artículo de la agencia de noticias Télam para la ocasión.
Pluma social
La del poeta fue una pluma siempre cargada de tinta para denunciar las injusticias sociales. Y en la discusión literaria de la época estaba muy cerca de los boedistas quienes expresan sus preocupaciones sociales mediante escritos de los hermanos Raúl y Enrique González Tuñón, Álvaro Yunque, Nicolás Olivari, Cesar Tiempo y Leonidas Barletta. Fue corresponsal en la Guerra Civil Española para el diario Crítica. En Madrid inició una amistad con Federico García Lorca, Miguel Hernández y Pablo Neruda.
Sylvia Saitta, doctora en Letras, detalla en su libro “Regueros de tinta”, en el capítulo “Martín Fierro y Crítica, los límites de un acuerdo” que los escritores introducen debates internos, en Florida y en Boedo. Por esto se gesta un tercer grupo: “Floredo” el cual encabeza Nicolás Olivari junto a Raúl González Tuñón y Santiago Ganduglia.
Acaso todo se resume en esa sentencia del propio Raúl González Tuñón: “Los domingos, con Rafael éramos felices en un pueblito (Verde y azucena)”. Y desde su poema el propio poeta tucumano recordaba que “Turdera tenía una iglesia grande como una / catedral; / cabe el pueblo en el atrio –decía González Tuñón / que solía visitarme los domingos”.
“La temática de su poesía alude a viajes, barrios de París y Buenos Aires, pueblos de la Cordillera de los Andes o Patagonia, personajes de circo, lugares lejanos, tugurios extraños, marineros, hampones o contrabandistas. Fue uno de los precursores de la poesía combativa en la Argentina con sus poemas civiles, referidos a acontecimientos políticos y sociales”, se lee en Raúl González Tuñón, el gran poeta de Buenos Aires en Cultura.gob.ar
En los versos de “El poeta murió al amanecer”, de su autoría, parece retratarse: “Fue un poeta completo de su vida y su obra, / escribió versos casi celestes, casi mágicos, / de invención verdadera / y como hombre de su tiempo que era / también ardientes cantos y poemas civiles /de esquinas y banderas (…)”.