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Siempre Argentinas: a 40 años de la Guerra de las Malvinas, la mirada del excombatiente y vecino lomense, Ricardo Furnari

“Cuando estás en la guerra te sentís dentro de una película: la bomba cae cerca y tu compañero cae muerto. Es duro”, así describe su experiencia en la Guerra de Malvinas Ricardo Furnari (59). Por: Ornella Testa.

El pasado sábado 2 de abril fue una día importante para Ricardo, una de sus tres hijas contrajo matrimonio. Pero desde hace 40 años, esa fecha representa algo más en su vida ya que es un excombatiente.

A principios de los años 80 estudiaba para convertirse en perito mercantil en el Comercial de Temperley y al mismo tiempo trabajaba. Había logrado comprarse un auto, comenzaba un noviazgo con quien hoy es su actual esposa y buscaba construir su futuro. Sin embargo, como todo varón mayor de 18 años sabía que el servicio militar obligatorio se avecinaba. Y así fue, llegó el turno de la clase 62.

En 1981 ingresó al Regimiento de Infantería 1 “Patricios” ubicado en Palermo. Se destacó del resto de sus compañeros por su baja estatura, él medía aproximadamente un metro y 60 centímetros, y el resto promediaba el metro ochenta. Este regimiento, al dedica a la parte ceremonial, mantiene una simetría entre sus integrantes. Si bien a Ricardo le había tocado por sorteo pertenecer al ejército, a través de ciertos contactos que tenía su padre logró quedarse cerca de su casa y no tener que viajar al interior del país.

Allí estuvo 14 meses, pero sabía que a fines de marzo de 1982 le firmarían “la baja”, como se decía, para volver a su vida de civil. En sus planes no estaba ser encuartelado el 30 de marzo y que el 2 de abril comenzara una guerra en el que tuvo que participar y que provocó la muerte de 649 soldados argentinos.

“Tuvimos un entrenamiento básico de fusil y nada más. Nunca habíamos manejado cañones porque el Regimiento (de Infantería) 1 Patricios es de ceremonial, para los desfiles. No manejábamos artillería hasta que llegamos a Malvinas, ahí te derivaban y explicaban la nueva modalidad de armas”, explicó Furnari.

Asimismo, el ex combatiente recuerda que al principio sus superiores les marcaban una estrategia a seguir. Sin embargo, «cuando se pudrió el guiso” cada uno de los soldados comenzó a guiarse según el “instinto de supervivencia”. Para él, los oficiales los “dejaron a la buena de Dios”.

Nuestro protagonista luchó cada día que duró la guerra, o un poco más porque hasta combatió luego de una vez establecida la rendición argentina. De hecho, nos comentó que no estaba “ni enterado” que había terminado el conflicto porque se encontraba aislado. El panorama era caótico, él describió que “parecía como si hubieran abierto las puertas traseras porque los ingleses entraban por todos lados”. Su regimiento había sido “desbaratado” y en el intento de encontrar otro regimiento al cual acoplarse, él y otros tres soldados terminaron como prisioneros de los enemigos.

Estuvieron dos días en unos galpones, donde si bien no fueron maltratados físicamente, sí de manera psicológica. Nos relató que los adversarios les apuntaban con las armas y figuraban que les iban a disparar.

Finalmente, el 18 de junio los británicos dejaron a los combatientes en Puerto Madryn y ellos volvieron a Buenos Aires. Furnari fue trasladado a Campo de Mayo con 30 kilos menos, estaba desnutrido y sucio. Después de un mes le firmaron “la baja”, que se la debían de haber dado dos o tres días antes del comienzo de la guerra, y por fin pudo volver con su familia.

«Apenas llegué costó mucho la adaptación. Me sorprendía ver colores, carteles publicitarios, las calles, las luces. Al estar tantos días allá que era todo color gris, monocromático, eso me llamaba la atención. Era como si te hubieran metido en un pozo oscuro y a los tres meses volvés a salir. Lo que más me costó fue dormir. No podía dormir en la cama y tuve que dormir en el piso duro bastante tiempo, dos o tres meses. Además, estuve bastante shockeado, en el sentido de estar callado, escuchar y hablar lo justo y necesario. Me llamaba la atención todo, era como algo nuevo”, aseguró Ricardo.

Al regreso de los soldados, la población los recibió con muchísima euforia y festejaban su llegada. Nuestro protagonista recuerda que la gente les tiraba golosinas y chocolates adentro de los camiones en los que viajaban. Pero el tiempo trajo el olvido. Los jóvenes que habían combatido más de 70 días por su patria, comenzaron a ser responsabilizados por la derrota. En algo habrán influenciado las noticias falsas que en aquella época ocupaban las tapas de las revistas más conocidas. “Estamos ganando” o “Seguimos ganando”, publicaron algunas de ellas.

Los intereses de unos pocos por la economía y la política quebraron la historia del país, pero mucho más quebraron la historia de miles de familias argentinas. Por ejemplo, la de nuestro protagonista, quien nunca imaginó ir a una guerra. Nos comentó que muchos de sus compañeros al momento de viajar estaban emocionados como si eso fuese una excursión o un viaje de egresados. Sin embargo, el sentimiento de Furnari era el de estar en una película, donde las bombas caían cerca y sus compañeros caían muertos.

Ricardo siguió adelante con su vida, aunque con ciertos obstáculos al comienzo, tal como escuchamos en el audio. Desde 1986 tiene su propio emprendimiento de “autoradio”, se dedica a todo lo que es equipamiento de autos: instalación de alarmas, cierre centralizado, aire acondicionado. En el plano familiar, contrajo matrimonio con quien era su novia antes de ir a Malvinas y tuvieron tres hijas. Y como comenté al comienzo, en la misma fecha en que su vida cambió para siempre, pudo estar presente en la celebración del casamiento de una de sus hijas.

De ahora en más, seguramente, esta familia tendrá motivos para conmemorar y festejar cada 2 de abril.

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