No eran improvisados. La banda de adolescentes que robaba autos a mano armada en la zona sur del conurbano bonaerense tenía un método, una lógica, una estructura. El “entre” de sus delitos —lo que ocurría entre el momento en que elegían a la víctima y el instante en que huían con el botín— revela una organización inquietante para tratarse de menores de edad.
Los jóvenes, de entre 14 y 17 años, se movían en vehículos previamente robados, que usaban como herramienta y escudo. Elegían zonas con poca vigilancia, preferentemente en horarios nocturnos, y actuaban en grupos de tres o cuatro. Uno vigilaba, otro intimidaba con el arma, otro conducía. En segundos, el golpe estaba dado.
Pero su operación iba más allá del robo. Cambiaban de ropa entre atracos, usaban redes sociales para coordinarse y evitar ser rastreados, y hasta tenían puntos de encuentro para dividir lo robado. Algunos de los celulares incautados mostraban chats con instrucciones precisas: “Esperá en la esquina, si hay patrulla, abortamos”.
La investigación policial, que incluyó análisis de cámaras de seguridad y testimonios de víctimas, permitió reconstruir ese “entre” que los hacía peligrosamente eficientes. No eran simples ladrones: eran menores con una lógica criminal aprendida y replicada.
“Lo más grave no es que roben, sino cómo lo hacen. Tienen una mecánica que parece sacada de una banda adulta”, dijo un investigador del caso.
La banda fue desarticulada tras un operativo conjunto en Lanús y Avellaneda. Se incautaron armas, celulares y vehículos con pedido de captura. Los menores quedaron a disposición de la justicia juvenil, mientras se investiga si hay adultos que los dirigían desde las sombras.
