Desde mediados de marzo, más de 2 mil delincuentes que deberían estar presos caminan libres por la provincia de Buenos Aires. Caminan o reinciden, con total libertad. Más libres que vos, que tenés que autoaislarte. Que tal vez ni siquiera pudiste salir a trabajar. O que perdiste el trabajo, justamente, por no poder salir de tu casa. La impunidad está a la orden del día.
Por: Diego Kravetz*
Sin embargo, las liberaciones no empezaron con la pandemia. En diciembre pasado, el debate sobre el hacinamiento en las cárceles derivó en una serie de señales de la Justicia bonaerense a favor de la “descompresión”, con la consecuente suelta masiva de presos.
Primer error.
En un país en el que la tasa de reincidencia ronda el 70 por ciento, soltar sin ningún control bandas enteras con colecciones de causas penales es una imprudencia que puede costar decenas de vidas. Que va a costar decenas de vidas.
No es casual que uno de los asaltantes que golpeó al jubilado quilmeño Jorge Ríos hubiera sido beneficiado algún tiempo antes con la “libertad asistida”. ¿Asistida por quién? ¿Quién era el responsable de su seguimiento? ¿Le hacían un seguimiento? El final se cuenta solo.
Distinto hubiera sido con la previsión de un control real, de la que participaran los municipios y la Provincia, que diseñara un plan que redundara en oportunidades para el que estaba detenido y también para la sociedad. Incluso una parte de la Justicia hubiera tenido la chance de no quedar tan mal.
Claro que ni todos los casos son iguales, ni todos los jueces son lo mismo. Hay funcionarios ejemplares en el Poder Judicial que comprenden la dimensión y lo delicado del momento, la vulnerabilidad del ciudadano de a pie y la responsabilidad que tienen sobre la seguridad física de las personas.
Entre unos y otros, nuestra obligación es poner en el centro el cuidado de las familias. De todas las que trabajan y los que trabajan. De todos aquellos cuya prioridad es vivir en paz. Terminar con los narcos, los motochorros y los que hacen del terror un estilo de vida.
Por eso, en Lanús tenemos claro qué vamos a hacer con los delincuentes: los vamos a volver a meter presos. Una vez, dos veces y todas las que hagan falta. No nos van a ganar la calle.
A lo largo de los últimos años, trabajamos las 24 horas del día y sin descanso en la seguridad de nuestros vecinos, con una agresiva planificación local y una coordinación eficiente con las fuerzas federales. Derribamos búnkers narcos en cada rincón de Lanús, pero además se los copamos, para que no pudieran volver nunca más. Desarticulamos grupos peligrosísimos que operaban en el municipio hace décadas.
A su vez, introdujimos cambios desde la tecnología y tuvimos un fuerte respaldo político para innovar con pequeños planes de todos los días. Por ejemplo, desde 2018 funciona la línea 132, para recibir custodia policial en la vuelta a casa y evitar entraderas.
Esa constancia, en la que jugó un papel clave nuestro Centro Unificado de Comando y Control, se tradujo en una baja dramática del delito y fue reconocido ampliamente por los votantes en las elecciones de octubre. Hubo menos asesinatos, menos robos y menos violencia, en general. Hasta hoy.
En este momento, con presos libres e índices de violencia en aumento, estamos multiplicando los esfuerzos para estar más cerca de la gente, aprovechando al máximo los recursos para marcar una fuerte presencia en el territorio.
Buscamos, desde ya, sumar coincidencias con nuestros vecinos, con el gobierno provincial y con el gobierno nacional. Por encima de cualquier debate ideológico, hay que prevenir y reprimir el delito, investigar rápido y profesionalmente. En eso tenemos que estar todos de acuerdo.
Sin dudas, se viene un tiempo difícil y estamos preparados para dar la pelea y enfrentarlo. Lo que no tenemos es miedo, porque los que tienen que tener miedo son los delincuentes. Si creen que pueden caminar tranquilos por Lanús, les repito, les tengo una noticia: los vamos a volver a meter presos. No importa cuándo lean esto.
*Jefe de Gabinete y responsable del área de Seguridad del Municipio de Lanús.