“Un hombre no es sino lo que sabe”
Francis Bacón
(Filósofo inglés. 1561/ 1626)
La polémica de Florida y Boedo es la más popular de nuestra literatura: la primera generación estrictamente literaria .
Por: Silvina Gini y Federico Guerra*
En la década del ‘20, los jóvenes pretendían encontrar una forma de expresión. Buenos Aires, con aire de ciudad moderna y europea, un oasis parisino, avanzaba hacia el suburbio estirando tranvías y ferrocarriles. Caminado sus calles se descubría a una ciudad cosmopolita que gestaba sus barrios porteños.


Culturas marginales y aristocráticas, conventillos y rascacielos, el ultraísmo de Florida y el realismo de Boedo.
La realidad social se plasmaba en la obra de Boedo, mientras que Florida se encerraba en su metáfora. En las páginas de la revista Claridad se leían artículos “netamente izquierdistas en el orden social, literarios, artísticos y científicos, con absoluta prescindencia de toda tendencia de política militante”, como lo afirmaban los propósitos de esta editorial en 1929.
Beatriz Sarlo en su libro “Vanguardias y Criollismo: la aventura de Martín Fierro”, resalta que la discusión entre Florida y Boedo está centrada en el origen social y la relación con la tradición y el lenguaje nacional.
Martín Fierro “solo aprecia a los negros y a los blancos, que son realmente negros y blancos. Cree en la importancia del aporte intelectual de América, previo tijeretazo a todo cordón umbilical”, así lo expresaba la revista del grupo Florida en el manifiesto de mayo de 1924.
Desde el comienzo esta publicación limita a su público: “Martín Fierro circula y se dirige especialmente a un público elegido, capacitado por gusto y por medios para adquirir, y a artistas, técnicos, estudiosos y estudiantes” .
Algunos de los hombres de la redacción de Martín Fierro se incorporaron al staff de los diarios argentinos. Es sorprendente la repercusión de este grupo: además de sumarse a los periódicos de Buenos Aires, trascienden fronteras porteñas y extienden colaboraciones a los matutinos del interior.
Es así como en las páginas de la revista Martín Fierro son usuales las felicitaciones a los directores de los diarios.
Claro ejemplo es cuando La Razón celebra la proliferación de escritores martinfierristas en los medios de comunicación y la revista le agradece a Mariano de Vedia “los cariñosos aplausos que dedicó a Martín Fierro en La Razón” .


Si bien eran dos ramas opuestas de una misma inquietud, la diferencia residía en que los de Martín Fierro querían la revolución para el arte y los de Claridad el arte para la revolución.
Nombres con olor a tinta….
Los de Florida adoptaron este nombre ya que la redacción de su revista estaba ubicada en esa calle: elitista e intelectual, y según el diario Crítica “la literatura de la calle Boedo es llamada así por estar situada en esa arteria el cuartel general de los escritores afiliados a una seudo escuela humana o realista”.
Los martinfierristas promovían la renovación poética y entre ellos se alineaban: Ricardo Güiraldes, Oliverio Girondo, Jorge Luis Borges, Leopoldo Marechal…
Marechal es quien afirma que las vanguardias argentinas no han recibido influencia alguna del futurismo italiano. Para Borges como para Marechal el impacto es nulo porque las posibilidades del futurismo ya han sido realizadas en movimientos vanguardistas tanto europeos como argentinos.
Los boedistas expresan sus preocupaciones sociales mediante las plumas de los hermanos Raúl y Enrique González Tuñon, Álvaro Yunque, Nicolás Olivari, Cesar Tiempo y Leonidas Barletta.
Barletta es quien se muestra categórico frente al ultraísmo de Florida, y en un artículo bajo el título “La literatura de la calle Boedo contra la literatura de la calle Florida” apunta que “los de Florida son los que escriben y no tiene nada que decir y hacen juegos malabares con las palabras”.


La poesía era el lugar de batalla; entre versos e ideas literarias cada grupo conformaba su personalidad y rivalizaba.
“Ay, si fuera valiente que lección les daría / a las caricaturas humanas de Florida / por mitad de la calle pasaría desnuda / y diría mostrándoles mi cuerpo sano, impúdica: / mujeres puritanas que sin igual os creéis, / miradme y asombraos: esto, es una mujer”
Los de Florida contestaban con epitafios las ironías de Boedo: “A Yunque, el de frente estrecha / que en Claridad editaron, / murió, por fin lo enterraron / ‘en el fondo a la derecha”.
No tan distintos…
Sylvia Saitta, doctora en Letras , explica que los escritores introducen debates internos, en Florida y en Boedo. Por esto se gesta un tercer grupo: “Floredo” el cual encabeza Nicolás Olivari junto a Raúl González Tuñón y Santiago Ganduglia.
Este tercer grupo se diferencia del de Boedo por que allí “se han cobijado los estafadores sentimentales, esos que hablan de los pobres y de los miserables, por que en esos pagos está de moda”; las discrepancias con Florida se daban debido a que “escriben en una revista aristocrática (Proa). Por que esa es la revista de los universitarios líricos y distinguidos, de los universitarios que odian a la chusma de los 20.000 ejemplares y que abrochan sus raras ediciones con poemas en forma de libélulas”. Así sentenciaba Nicolás Olivari la postura de este tercer grupo.
No obstante, Olivari, según Saitta, “elige textos de estética vanguardista que propulsa el grupo de Florida pero los trabaja con un referente textual más cercano al grupo de Boedo”.
Las diferencias no eran tomadas en forma tajante por algunos autores de la época que sólo querían ver plasmada su obra: Roberto Arlt puede ser ubicado en Boedo e identificarlo como el novelista del grupo. Pero la historia cuenta que como tantos radicó en Florida. Al escritor se lo puede definir como mezcla de rima poética y prosa social.
Boedo como Florida, sirvieron de pretexto para iniciar una discusión. Muerta la discusión ambos grupos pasaron a la historia.
*los autores son periodistas e investigadores