Argentina es el segundo mayor consumidor de huevo per cápita a nivel mundial. En el país se producen 553 huevos por segundo, sin embargo, la información sobre el origen del producto disponible para el consumidor es prácticamente inexistente de acuerdo con Sinergia Animal.
En 2024, la industria del huevo en Argentina alcanzó un nuevo récord: 553 huevos se producen por segundo, posicionando al país como el segundo consumidor per cápita a nivel mundial. La ONG internacional Sinergia Animal advierte que, mientras el consumo crece, la información para los consumidores sobre el origen de este producto en el país sigue siendo prácticamente inexistente.
Actualmente existe una normativa obligatoria para la comercialización de huevos regulada por SENASA que exige datos muy básicos de etiquetado como establecimiento de origen y fecha de vencimiento, a los 30 días. Como si fuera poco esta normativa básica se incumple en gran parte de los productos, por ejemplo los maples siendo vendidos sin ningún tipo de etiqueta, lo cual representa una práctica ilegal de la industria.
“Por otro lado, los argentinos no cuentan con la posibilidad de acceder a la información sobre el sistema productivo que se utilizó, es decir, qué condiciones de vida tienen las gallinas que producen esos huevos, ya que no existe legislación al respecto, generando un gran vacío legal y la imposibilidad de tomar decisiones informadas por parte de los consumidores”, explica Romina Viscarret, Directora de Sinergia Animal Argentina, una organización de protección animal dedicada a la eliminación de prácticas crueles en la industria alimentaria y que promueve alternativas más saludables y sustentables.
Huevos sin etiquetado, consumidores desinformados
En Argentina, los consumidores compran huevos sin acceso a información sobre su sistema de producción. A diferencia de países de la Unión Europea, donde el etiquetado es obligatorio y especifica si los huevos provienen de gallinas en jaulas, criadas en suelo o en sistemas camperos, en Argentina los productores no están obligados a indicar esta información en los envases. Esto significa que los consumidores no pueden diferenciar si están comprando huevos de gallinas hacinadas en jaulas o de sistemas con mejores condiciones de bienestar animal.
“Cinco de cada diez argentinos, en el segundo país más consumidor de huevos per cápita, desconoce cómo se producen los huevos a nivel nacional, cifra preocupante y escenario ideal para la propagación de publicidad engañosa«[1], asegura Viscarret.