La Legislatura que viene: el peronismo se juega más que bancas en una elección clave para el poder territorial

Con más de la mitad de sus bancas en riesgo, el peronismo enfrenta una elección clave en la Legislatura bonaerense. Mientras La Libertad Avanza y otras fuerzas opositoras arriesgan poco, crece la preocupación por el nivel de abstención, en una jornada marcada por el antecedente de baja participación en CABA y a la espera del resultado de participación en la jornada electoral en Corrientes. Por: Sebastián «Tecla» Farias.

El próximo domingo 7 de septiembre, la provincia de Buenos Aires renovará la mitad de su Legislatura. No es una elección más: lo que está en juego no son solo escaños, sino la capacidad real de gobernar, negociar y sostener proyectos en el distrito que concentra el 40% del padrón nacional. Unión por la Patria, fuerza oficialista, en territorio bonaerense, enfrenta el mayor desafío: arriesga 19 de sus 37 bancas en Diputados y 10 de sus 21 en el Senado. Entre los nombres que finalizan mandato figuran referentes con peso territorial como Mariano Cascallares (Almirante Brown), Walter Abarca (Azul) y María Elena Defunchio (Junín).

En contraste, La Libertad Avanza, fuerza emergente con fuerte presencia mediática pero aún débil en el entramado institucional bonaerense, arriesga apenas 5 diputados y 1 senador. Esto le permite jugar con ventaja: puede crecer sin exponerse demasiado. El PRO y la UCR también se juegan fichas clave, especialmente esta última, que debe revalidar casi todo su bloque en el Senado.

Antecedentes que pesan

Desde el retorno democrático, las elecciones legislativas en Buenos Aires han sido un termómetro del poder nacional. En 1987, la derrota radical en la provincia marcó el principio del fin del gobierno de Alfonsín. En 2009, Néstor Kirchner perdió ante Francisco De Narváez, y aunque el kirchnerismo se recuperó en 2011, la señal fue clara: Buenos Aires define el pulso político nacional.

Voces 

El politólogo Julio Burdman advierte que “la Provincia ya no representa la base de sustentación del gobierno nacional, sino uno de sus focos de resistencia”. Viviana Isasi, consultora política, señala que “el peronismo enfrenta una crisis de liderazgo en su propio territorio, con intendentes y votantes que no se sienten representados por Cristina Kirchner ni por Axel Kicillof”.

Pablo Cerchia, analista electoral, explica que el Sistema Hare podría favorecer a fuerzas menores si la participación baja, como se estima para este año. Y ahí aparece el dato que preocupa: tras el récord de abstención en las elecciones legislativas de CABA —donde votó solo el 53% del padrón, el nivel más bajo desde 1997—, las encuestas ya miden con atención el posible ausentismo en Buenos Aires. En Corrientes, donde hoy se vota gobernador, también hay señales de alerta: un 14% de los consultados aseguró que no irá a votar y otro 7% aún no lo decidió.

La urgencia de votar

La baja participación no solo erosiona la legitimidad de los elegidos, sino que debilita el sistema representativo en su conjunto. Como advierte la politóloga María Esperanza Casullo, “hay un desencanto profundo con la política, y eso se refleja en la baja participación. Incluso cuando se presentan candidatos conocidos, la gente no se siente representada ni motivada a participar”.

La Legislatura bonaerense no es solo un espacio de leyes: es el termómetro del poder real en la provincia. Lo que ocurra el 7 de septiembre marcará el pulso de los próximos dos años. Para el peronismo, el desafío no es solo conservar bancas, sino sostener capacidad de maniobra en un escenario donde cada voto puede inclinar la balanza. Para las fuerzas opositoras, es la oportunidad de crecer sin arriesgar demasiado. Y para la ciudadanía, es el momento de decidir si quiere seguir siendo parte del juego democrático o dejar que otros lo jueguen por ella.

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