
Tras el escándalo en Lomas de Zamora, La Libertad Avanza redobla su apuesta territorial con una postal insólita: un colectivo turístico porteño, sin techo y con vinilo violeta, recorrerá el conurbano como emblema de campaña.
El Obelisco quedó atrás. Ahora, el recorrido incluye Lomas, Avellaneda, Quilmes y La Matanza. Un bus turístico que hasta hace días paseaba turistas por Caminito y el Teatro Colón fue reconvertido en “Javomóvil” libertario, con la consigna “kirchnerismo, nunca más” estampada a lo largo de su carrocería. La imagen, captada en un galpón de Barracas, revela el ploteo completo de una unidad de Andesmar, empresa que recientemente ganó la concesión del Obelisco para fines turísticos.
Según informó El Destape, la movida sorprendió al sector del transporte, donde no es habitual ver buses turísticos —sin techo estructural y con permisos especiales— utilizados como soporte electoral. La unidad, originalmente roja, fue intervenida con vinilos violetas, el logotipo de La Libertad Avanza y la inscripción “lista 2206”, correspondiente a las candidaturas bonaerenses del espacio para el 7 de septiembre.
Desde Andesmar, propiedad de la familia Badaloni, primero negaron vínculo con la maniobra. Luego, ante la evidencia, admitieron que se trata de una “promoción disponible para otros partidos”, aunque fuentes del sector deslizan que el aval del Ejecutivo porteño habría sido necesario para liberar la unidad.
La frase elegida —“kirchnerismo, nunca más”— no solo remite al cierre del alegato de Strassera en el juicio a las juntas militares, sino que fue adoptada como lema oficialista por LLA en esta campaña. Su uso en un vehículo turístico, en plena disputa territorial, tensiona los límites entre marketing político y memoria histórica.
La irrupción del “Javomóvil” en el conurbano plantea una pregunta incómoda: ¿cuánto hay de recorrido real y cuánto de escenografía electoral? En un distrito donde el transporte público es símbolo de desigualdad y urgencia, el desembarco de un bus turístico sin techo, ploteado con consignas de ruptura, parece más una postal para redes que una propuesta de cercanía.
La campaña avanza sobre el territorio, pero también sobre los símbolos. Y en esa disputa, el conurbano vuelve a ser escenario —y protagonista— de una narrativa que busca instalarse con fuerza, aunque no siempre con raíces.