Banfield y su Árbol de Navidad: cuando una comunidad decide avanzar junta

En Banfield, la Navidad volvió a encender algo más que luces. Encendió una idea que a veces parece simple pero es decisiva: cuando un barrio se organiza desde adentro, con comerciantes, emprendedores, instituciones y vecinos que viven la misma realidad cotidiana, la comunidad avanza.

Por: Marcelo Pagano, Secretario de la Cámara de Comercio de Banfied

La historia del Árbol de Navidad de la Plaza El Campeón no nació de un gran presupuesto ni de una oficina lejana. Nació de una charla entre quienes están todos los días detrás de un mostrador, en un taller, en un local gastronómico, sosteniendo la actividad económica real del barrio. Fue ahí, a fines de octubre del año pasado, cuando desde la Cámara de Comercio de Banfield nos preguntamos qué podíamos hacer para volver a poner en valor la Navidad, como ya lo habíamos logrado con la celebración de Reyes. La propuesta apareció casi al pasar: cuando Fede Casco tiro la frase «si armamos un árbol de Navidad en la plaza». Y todos decidimos ir por ese camino.

La estructura del árbol la construyó el papá de Natalia, que tiene una metalúrgica y luego le hicimos algunas modificaciones para darle forma final. Los adornos y las luces fueron comprados por los propios comerciantes. Ver cómo cada uno sumaba algo —en tiempos complejos— fue una señal clara del compromiso que existe cuando la representación es genuina y nace desde quienes trabajan en el territorio. Una cámara conducida por gente en actividad, que vive los mismos desafíos que sus representados, desarrolla una sensibilidad distinta: sabe lo que cuesta, entiende cada esfuerzo y por eso valora más cada gesto.

Este año la participación creció aún más. Vecinas tejieron adornos, otras donaron objetos de sus casas, y varias personas pintaron mariposas y figuras para embellecer el árbol. Es impresionante ver cómo lo comunitario se fortalece cuando todos sienten que forman parte del mismo proyecto.

La bendición del padre Rubén volvió a darle un marco emocional profundo. Sus palabras nos llevaron a recuerdos de niñez y nos recordaron por qué estas tradiciones son tan importantes: porque generan identidad, memoria y sentido de pertenencia.

A diferencia del año pasado, esta vez se sumó algo más: la presencia de gastronómicos de Banfield acompañando la jornada con distintas propuestas. Y en paralelo, seguimos colocando luces —donadas por los comerciantes— en las calles Maipú, Belgrano, Alsina y otras arterias del centro. Pequeños pasos que ayudan a embellecer la zona comercial y a reforzar una idea clave: cuidar lo local significa también comprarle a nuestros vecinos.

Todo esto se da mientras celebramos fechas importantes en la vida del barrio: el aniversario de la ciudad, los 100 años del edificio de la Estación de Banfield, y el trabajo conjunto con instituciones como el Rotary de Banfield, la Iglesia, la Junta de Historiadores, el Teatro Maipú, Bomberos Voluntarios y tantas organizaciones que se ofrecen sin pedir nada a cambio.

Lo más valioso de este proyecto es que no es de una sola persona, ni de un grupo cerrado. Es de todos. Y cuando una comunidad entiende que crecer es un trabajo compartido, lo demuestra con acciones concretas como estas.

El Árbol de Navidad de Banfield no es solo un árbol. Es un mensaje: cuando los que representan al comercio y la industria están realmente en actividad, cuando sienten en carne propia los desafíos del día a día, la empatía aparece sola y la gestión se vuelve más humana, más cercana y más efectiva.

Eso es lo que permite que un barrio como Banfield no solo entre en un estado Navideño en diciembre. Eso es lo que hace que Banfield crezca.

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