Veinte años no es nada: la Promoción 2005 de IVP volvió a Turdera

Ex alumnos del Instituto Vicente Pallotti (IVP) celebraron dos décadas de su egreso con un reencuentro cargado de memoria, barrio y emoción por los pasillos que marcaron su adolescencia.

Egresados 2005 del Instituto Vicente Pallotti (IVP) celebraron dos décadas del último recreo. Fue un encuentro que mezcló memoria, barrio y ese tango que insiste en “Que veinte años no es nada…”, un recordatorio de que el tiempo corre, pero nunca borra lo vivido.

Turdera, con su plaza arbolada y sus casas bajas que resisten el apuro, volvió a ser escenario y refugio. El regreso al Instituto Vicente Pallotti (IVP) fue un gesto de pertenencia: la oportunidad de caminar nuevamente esas calles que acompañaron recreos, risas de pasillo, sueños adolescentes y aprendizajes que parecían eternos. “Volver a Turdera es volver a respirar más. Uno camina estas calles y siente que todo lo que fuimos sigue intacto, esperando”, dijo Julián Capasso, uno de los egresados de la Promoción 39 (TRINO) y co-organizador de la jornada de reencuentro del sábado 15 de noviembre.

La celebración tuvo, además, un matiz especial: los egresados lograron acordar con la institución una fecha dedicada exclusivamente a la Promoción 2005. Fueron recibidos por Fernando Soliño, representante legal, y por docentes que los guiaron por las aulas, les mostraron proyectos, refacciones y les entregaron un presente.

El colegio —explicaron— volvió a tener las puertas abiertas para sus egresados históricos. Para muchos, que no se veían desde una época sin redes sociales ni celulares, el reencuentro fue profundamente emotivo. “Volver después de veinte años fue como abrir un cuaderno viejo y encontrar todavía la letra de todos”, resumió Ezequiel Barrio, otro de los co-organizadores.

El momento más fuerte llegó al atravesar nuevamente los pasillos. Los egresados se asomaron a sus viejas aulas y hasta se sentaron —con la misma mezcla de timidez y risa— en aquellos bancos que los habían visto crecer. “Caminar otra vez estas aulas fue como tocar los años con la punta de los dedos”, dijo Capasso. “Uno se sienta en el mismo banco y siente que el tiempo no pasó tan rápido como creímos.”

Participaron egresados de las especializaciones que tenía el IVP en 2005 —Arte, Organización y Administración—, y el reencuentro permitió revisar cómo esas elecciones iniciales fueron marcando, en muchos casos, caminos firmes personales y profesionales a lo largo de estas dos décadas.

Redes

El reencuentro derivó además en una revitalización del vínculo: se formó un grupo de WhatsApp con casi setenta integrantes que comparte fotos, videos y recuerdos de su paso por el colegio, algunos desde 1994 hasta 2005.

Entre abrazos a profesores ya septuagenarios y octogenarios, y la reconstrucción espontánea de anécdotas que el tiempo no logró borrar, reapareció con nitidez la huella palotina: ese sentido de humanidad y comunidad que atravesó generaciones. “Lo que más me sorprendió —agregó Capasso— fue ver cómo reapareció en minutos esa convivencia de tantos años. Esas bases palotinas siguen siendo parte de quienes somos.”

Turdera y el IVP, fiel a su estilo, abrieron los brazos como quien recibe a los suyos. Porque hay lugares que no se olvidan y hay encuentros que, aunque pasen veinte años, estaban esperando. O, como cantan los Auténticos Decadentes: “Las veredas llevan /la marca de mis pies…/ Los aromas de mi calle no se van”. Tampoco los recuerdos.

 

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