A 102 años de la pelea del siglo: Radio, boxeo y un joven Cortázar en Banfield

El 14 de septiembre de 1923, la histórica confrontación entre Luis Ángel Firpo y Jack Dempsey redefinió el pugilismo nacional y se convirtió en la «noche triste» que un joven Julio Cortázar escuchó por radio en Banfield, marcando el nacimiento de una era para las comunicaciones y el boxeo argentino. Por: Federico Gastón Guerra.

El 14 de septiembre de 1923, la histórica confrontación entre Luis Ángel Firpo y Jack Dempsey redefinió el pugilismo nacional y se convirtió en la «noche triste» que un joven Julio Cortázar escuchó por radio en Banfield, marcando el nacimiento de una era para las comunicaciones y el boxeo argentino.

Hace 102 años, el 14 de septiembre de 1923, el estadio Polo Grounds de Nueva York fue testigo de un evento que trascendería lo deportivo: el boxeador argentino Luis Ángel Firpo se enfrentó al estadounidense Jack Dempsey por el título mundial de los pesos completos.

Aquella jornada histórica, calificada por el periodista Walter Vargas como el «primer hito de argentinidad gloriosa» del boxeo, se escribió con la «tinta de una derrota por nocaut». Sin embargo, esta «pelea del siglo» no solo marcaría el glorioso destino del pugilismo nacional en clave contradictoria, sino que también dejó una huella imborrable en la memoria colectiva, siendo la primera vez que un combate de boxeo fue transmitido por radio y teniendo entre sus oyentes a Julio Cortázar en su casa de Banfield.

Cortázar y la radio a galena

Entre los oyentes de aquel suceso se encontraba un niño de nueve años, Julio Cortázar, en su casa de Banfield. El escritor describe en El Noble Arte, la escucha desde el Sur de la denominada “pelea del siglo”: «Yo tenía nueve años, vivía en el pueblo de Banfield, y mi familia era la única del barrio que lucía una radio, caracterizada por una antena exterior realmente inmensa…».

Cortázar, que llegó a Argentina a los 4 años y vivió en Banfield hasta los 17, asistió esa jornada, según sus palabras, desde El Sur bonaerense «al nacimiento de la radio y a la muerte del box».

La proeza tecnológica de la transmisión fue notable para la época. «Del estadio se enlazó con la Westinghouse Broadcasting, de Pitts- burgh; de allí, por radiotelegrafia, a Transradio Internacional y de esta posta un salto hasta LOZ Radio Sudamérica y finalmente a LOX Radio Cultura, que, de paso, distribuía la información al diario La Prensa».

Un país en vilo

Mientras Cortázar y sus vecinos vivían el «pandemonio» en el patio de su casa, esperando las «informaciones espasmódicas que mi tío recibía en las orejas y estertoraba por la boca», una multitud se agolpaba frente a las instalaciones de La Prensa, sobre Avenida de Mayo al 500, y también en la puerta de Crítica, siguiendo el combate «en tiempo irreal, durante horas, ese combate que duró poco más de cinco minutos».

El periodista Walter Vargas relata que otra multitud expectante se apostó «a las puertas del Pasaje Barolo, expectante de las señales que llegaban mediante una antena dispuesta en la cúpula del edificio».

Carlos Ulanovsky, en su libro 36.500 Días de Radio, detalla que «una cantidad considerable de vecinos había tomado posesión del patio de la casa (de Cortázar en Banfield), esperanzados en recibir buenas noticias desde los Estados Unidos».

A pesar de que el combate duró poco más de cinco minutos, la tensión era palpable. Para muchos, fue una «noche triste».

Cortázar, con sus nueve años, confesó haber llorado: «yo, con mis nueve años, lloré abrazado a mi tío y a varios vecinos ultrajados en su fibra patria». El escritor incluso describió una «maniobra indigna»: «Manos amigas —dice— alzaron a Dempsey, pero como 30 o 40 segundos después. Había perdido, pero al retornar ilegalmente al ring se repuso y ganó por nocaut». Algo similar le debe haber pasado a buena parte de los 15 millones de habitantes del país.

La derrota que forjó un héroe

Diego Morilla, en 100 años de boxeo argentino en 12 combates legendarios, analiza: «El debate es fútil, pero la certeza es una sola: durante al menos nueve segundos, un argentino, el primero en calzarse los guantes para desafiar a un campeón mundial, se plantó solo sobre el ring, y fueron solamente unos breves momentos y la falta de reglas claras lo que lo separaron de la gloria eterna».

«A despecho de la derrota (…) Firpo fue recibido en la Argentina con rango de héroe, se levantó la prohibición del boxeo que regía en la Capital Federal y se le otorgó la licencia oficial número 1″, relata el periodista Walter Vargas.

La pelea entre Firpo y Dempsey no solo fue la «más dramática del Siglo XX» para Vargas, sino que también consolidó la incipiente radiofonía argentina, iniciada el 27 de agosto de 1920 por los «Locos de la Azotea» —Enrique Susini, César Guerrico, Luis Romero Carranza y Miguel Mujica— con la transmisión de la ópera Parsifal desde la terraza del Teatro Coliseo.

Carlos Ulanovsky detalla que «La proeza tecnológica fue captada en nuestro país en las radios a galena que, antes y después de la pelea, incrementaron sus ventas». La radio se perfeccionaría rápidamente, como precisó Julio Cortázar en El Noble Arte: «después la radio se perfeccionó rápidamente, aparecieron los altavoces, las lámparas, y esas palabras que eran la magia de mi infancia».

A 102 años de aquel encuentro, el recuerdo de Firpo plantado en el ring, la voz entrecortada de la radio y las emociones de un joven Cortázar siguen resonando como un hito fundacional, un momento en que la derrota se convirtió en el cimiento de una pasión nacional y la radio comenzaba a ser «magia nueva».

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