Explosión y desastre en Ezeiza: especialista advierte emergencia sanitaria y grave riesgo en el consumo de agua

Una explosión seguida de un incendio en el Polígono Industrial de Spegazzini, en el partido bonaerense de Ezeiza, encendió las alarmas por el posible impacto ambiental y sanitario sobre la población, especialmente para las más de 20.000 personas que viven a menos de un kilómetro del epicentro. Aunque aún falta información oficial conclusiva, los riesgos son reales y requieren una respuesta inmediata, preventiva y coordinada.

Por Lic. Eduardo Arellano – MN 66.988
Emergentólogo, Sanitarista y Director de RCP Argentina

Si bien algunos medios se enfocan en los daños materiales —rotura de vidrieras, ventanales y estructuras cercanas—, el verdadero problema es invisible. La nube tóxica generada por la combustión química se deposita sobre techos, veredas, patios y, especialmente, sobre las fuentes de agua de consumo, con riesgo de contaminar pozos, piletas y tanques domiciliarios. Experiencias similares en otros países, como los derrames químicos de Ohio (EE.UU., 2023) o los incendios industriales en Shenzhen (China, 2021), demostraron que la falta de medidas rápidas deriva en contaminación prolongada, incremento de cuadros respiratorios y afectación de reservas de agua potable. La evidencia internacional es clara: si no se implementan acciones urgentes de monitoreo, contención y evaluación ambiental, las consecuencias para la salud pública pueden agravarse en los próximos días.

Riesgos inmediatos para la población

  • La detonación liberó una nube tóxica compuesta por gases peligrosos y partículas químicas capaces de provocar irritación respiratoria, tos, falta de aire o broncoespasmo. Niños, adultos mayores y personas con enfermedades respiratorias crónicas son los más vulnerables.
  • Los contaminantes pueden permanecer sobre superficies durante días o semanas y volver al aire por acción del viento.
  • Si llueve tras el incendio, existe el riesgo de que los residuos químicos se filtren hacia el suelo y alcancen napas subterráneas.

Distancia segura entre las plantas químicas y zonas habitadas

Según guías internacionales —como la normativa Seveso de la Unión Europea—, industrias químicas con riesgos similares deberían ubicarse a más de 5 kilómetros del tejido urbano. En Spegazzini, la proximidad con viviendas incrementa significativamente el riesgo de exposición poblacional. Situaciones parecidas se repiten en otros parques industriales del país, como el de Almirante Brown, el segundo más grande de Argentina, ubicado también a pocos metros de zonas residenciales.

Imagen satelital que da muestra la cercanía del área industrial y la zona urbana.

El Lic. Eduardo Arellano, sanitarista y emergentólogo, advierte:
“Hasta que no tengamos mediciones ambientales concluyentes, no es seguro retomar actividades normales en la zona cercana al incendio. La prevención es la única herramienta para evitar daños irreversibles en la salud.”

Qué debe hacer el municipio de manera urgente

  1. Comunicación clara: informar a los vecinos sobre los riesgos y las medidas de resguardo.
  2. Plan de evacuación: definir puntos de encuentro seguros y rutas de salida.
  3. Monitoreo ambiental: medir calidad del aire, deposición de partículas y estado del suelo.
  4. Control del agua: analizar pozos, tanques y cisternas para descartar contaminación.
  5. Asistencia médica: disponer de equipos sanitarios para evaluar síntomas respiratorios, irritaciones o posibles quemaduras químicas.

¿Cuánto puede durar el peligro de una nube tóxica?

  • Aire: los compuestos peligrosos pueden persistir entre 24 y 72 horas.
  • Superficies: los residuos pueden permanecer por semanas si no se realiza limpieza adecuada.
  • Agua: la contaminación puede durar días o más, según la intensidad de la lluvia y la profundidad de las napas.

¿Qué es una nube tóxica y por qué es peligrosa?

Es la mezcla de gases —como amoníaco, cianuro de hidrógeno o monóxido de carbono— y partículas químicas liberadas por la combustión industrial. Al inhalarse, pueden provocar desde irritación respiratoria y asfixia hasta daño pulmonar agudo. A mediano y largo plazo, la exposición repetida a ciertas sustancias puede generar lesiones crónicas.

¿Qué pasa si los vecinos consumen agua de pozo?

En zonas como Spegazzini, donde las familias dependen de pozos para abastecerse, la lluvia puede arrastrar residuos químicos hacia el agua.
Hasta que no haya análisis oficiales, no es seguro consumirla.

El Lic. Arellano subraya:
“El agua de pozo puede haber recibido contaminantes arrastrados por la lluvia. Pedimos a la población que evite consumirla sin análisis previos, porque existe riesgo real de intoxicación química. El Estado debe garantizar el consumo de agua potable”

¿Sirve un barbijo común durante la limpieza o intervención?

No. Los barbijos quirúrgicos o de tela no filtran gases ni partículas químicas. El personal de emergencia debe utilizar respiradores con filtros adecuados y trajes de protección.

“Los barbijos comunes no sirven frente a gases industriales ni partículas químicas. Se pudo observar lamentablemente personal policial, defensa civil y sanitario, con barbijos como única medida de protección. Estos profesionales y los equipos de limpieza necesitan protección específica para no poner en riesgo su vida.”, afirma el especialista.

Antecedentes internacionales

En incidentes industriales similares en el exterior se registraron nubes tóxicas persistentes, contaminación del suelo y agua, aumento de enfermedades respiratorias y, en exposiciones prolongadas, riesgo creciente de cáncer y daño neurológico por compuestos como benceno, tolueno o metales pesados.

¿Puede haber enfermedades graves o incluso muerte?

Sí. La exposición directa a gases altamente tóxicos o partículas químicas puede causar edema agudo de pulmón, intoxicaciones severas, complicaciones neurológicas o daño respiratorio irreversible. A largo plazo, algunos compuestos pueden aumentar el riesgo de cáncer o afectar riñones, hígado y sistema nervioso.

Prevención para el futuro

  • Regulación estricta sobre el almacenamiento de sustancias peligrosas.
  • Evaluaciones de impacto ambiental permanentes.
  • Planes de emergencia comunitarios y simulacros periódicos.
  • Capacitación vecinal en riesgos químicos y conductas seguras.

“Este tipo de incidentes deja una huella silenciosa: problemas respiratorios, irritación ocular, crisis asmáticas e incluso enfermedades graves en exposiciones prolongadas. Nuestro deber es alertar, informar y proteger a la población más vulnerable”, finaliza Eduardo Arellano.

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