A 50 años del asesinato del «sacerdote de los pobres», un compañero suyo y catedráticos analizaron el legado del ícono social y religioso de nuestro país. También el rol hoy de la Iglesia en pleno período “anarcocapitalista” que atraviesa el país.
La Universidad Nacional de Lanús (UNLa) homenajeará a Carlos Mugica a 50 años de su asesinato, con una charla sobre el Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo (MSTM) del que formó parte y el vínculo política y religión actual.
El encuentro tuvo entre sus oradores a Domingo Bresci, uno de los fundadores del MSTM y, por ende, compañero del padre Mugica. El sacerdote describió la génesis de ese movimiento y contextualizó desde 1960 a la actualidad la relación entre la Iglesia Católica y la sociedad, temas que son tratados en su libro “Historia de un compromiso”, con documentos desclasificados inéditos y del cual repaso distintos fragmentos.
El nacimiento del MSTM y el clima de época
En el año 1968, relató el padre Bresci, “se realiza la II Conferencia del Episcopado Latinoamericano en Medellín. Medellín era nuestra bandera. Había una efervescencia en América latina en todos los órdenes”.
“Dieciocho obispos que habían participado del Concilio se juntan y redactan un documento para ver cómo aplicar el Concilio, qué tiene una mirada universalista europeísta, a nuestros pueblos del tercer mundo: Asia, África, Oceanía y América Latina. Ese documento aterriza aún más la mirada de apertura del Concilio a nuestra realidad”, afirmó Bresci.
En esa línea continuó: “Todos esos curas que estábamos dispersos, empezamos a adherir. A partir de un encuentro en Córdoba en 1968 se decide poner en marcha una organización que irá creciendo: el Movimiento de Curas para el Tercer Mundo. Las inquietudes teológicas pastorales y sociales que compartíamos con Carlos hicieron que ambos participáramos en este Movimiento. También Mugica formó parte del Equipo de Pastoral Villera, cuyo referente era el padre Botán. El Equipo de Pastoral Villera era parte del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo. Y si bien su figura tenía peso propio, en especial ante la opinión pública, Carlos era orgánico, consultaba la opinión de otros y era respetuoso de los acuerdos tomados en conjunto”.
Acto seguido, el religioso amplió el pensamiento que se compartía entre los curas: “Lo social no estaba desconectado de la política. No bastaba el asistencialismo. Para la promoción humana se necesitaba cambiar las estructuras, y las estructuras se cambian desde una conducción política que tenga otros objetivos. Eran los planteos de la época. Nos tocó vivir un tiempo difícil donde a estos grupos y movimientos de la Iglesia Católica se los veía como un factor de desestabilización en América Latina. Junto al padre Carlos, durante los años oscuros mataron a otros 21 sacerdotes, más los religiosos y religiosas. Y hay registro de cien curas, presos, torturados y expulsados del país. Varios de nosotros fuimos amenazados, se vivía ese clima casi con naturalidad. El asesinato de Mugica fue parte de un operativo de intimidación más amplio contra referentes sociales y políticos. El tema era implantar el terror”, rememoró el sacerdote.
Para concluir, señaló: “Carlos ha quedado para siempre incorporado a la lista de aquellos que, como el obispo Angelelli, siguieron a Cristo teniendo ‘un oído puesto en el Evangelio y otro en el pueblo’, y lo hicieron ‘metiendo los pies en el barro’ y entregando sus vidas”, quien en la actualidad forma parte del Grupo de Curas en la Opción por los pobres.
El legado del MSTM y la Iglesia en el actual período “anarcocapitalista”
A continuación, fue el turno de Fortunato Mallimaci, sociólogo y doctor en Sociología por la École des Hautes Études en Sciences Sociales de París, investigador del CONICET, especialista en sociología histórica del catolicismo, su vínculo con los sectores populares y el justicialismo.
En relación con Mugica, el catedrático enfatizó que no solo le parecía “importante recordar al individuo y su legado, sino al grupo al que perteneció y entonces hacer memoria de esa época y como influyó hasta el presente en esa relación entre catolicismo, sectores populares y el justicialismo”.
Luego describió que en la Iglesia “existen diversas vertientes, como existían en la época de Carlos (Mugica): hay gente que acompaña a la ultraderecha aquí en América Latina y a nivel global; y hay otras experiencias católicas que acompañan esos sectores populares, sobre todo, con el papado de Francisco que invita a acompañar a los movimientos sociales.
En esa línea, agregó que cree que la “mayor parte de la institucionalidad católica hoy acompaña a los sectores populares” y que la Iglesia “está apareciendo como la principal resistencia simbólica a este anarcocapitalismo, con la fuerza que eso tiene y con la debilidad que significa que no haya partidos políticos insertos en esos sectores populares y trabajadores que estén ahí también batallando”.
Y como ejemplo citó “la experiencia del otro día en la multitudinaria misa por San Cayetano que nos remite a la participación de religiosos en la marcha ‘Paz, pan y trabajo’ de Saúl Ubaldini, que marcó el fin del terrorismo de estado”. “Hoy se ve la necesidad de algunos religiosos de acompañar la resistencia, pero al mismo tiempo hay otros que acompañan la fase neoliberal anarcocapitalista a nivel latinoamericano y global y eso nos tiene que interpelar y mucho”, finalizó.
Anteriormente, Aritz Recalde, director del Departamento de Humanidades y Artes de la UNLa, había hecho una semblanza completa del padre Carlos Mugica y de los vínculos históricos de encuentros y desencuentros entre la Iglesia Católica y el peronismo.