Carlos Gardel: Su paso por Adrogué con Mi noche triste

Recordamos al cantor popular a 90 años de su trágica muerte. De aquellos años iniciales se cuenta que el cantante caminaba por los pagos del sur en busca de noches de romancero popular. Por: Federico Gastón Guerra.

Carlos Gardel escuchó el tango “Mi noche triste” en Adrogué, y este dato parece ser toda una revelación ya que esta melodía data entre las primeras que cantó El Zorzal quien siempre estuvo vinculado con la zona sur: lugar de boliches y bodegones especiales para las largas tertulias ya archivadas en el olvido o en el recuerdo fugaz de un vecino memorioso.

La historia oficial indica que en 1917 Carlos Gardel cantó su primer tango, ‘Mi noche triste’, en el teatro ‘Empire’ de Buenos Aires. Pero esa parte de la verdad no revela todo tal como fue. Al menos para la gente de Adrogué que “jura que Gardel entonó ese tema por primera vez en la casa de Cerretti 1167”

Con más detalle en el proyecto de ley del Senado y la Honorable Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires que declara al Partido de Almirante Brown como “Capital Provincial de las Artes y las Ideas” se describe: “Es en Adrogué donde se escribe una de las páginas más gloriosas del Tango canción: Alfredo De Angelis nace en esta localidad, pero no es solo eso. El colorado De Angelis escribió, con su música, páginas gloriosas”.

“Pero, además, cuenta su padre Virgilio de Angelis, que en su casa una noche como tantas, sobre la calle Cerretti 1167, Samuel Castriotta y Pascual Contursi pusieron letra y música a ‘Mi noche Triste’ el primer tango canción que grabara en 1917 Carlos Gardel. Quien lo ensayó y cantó en la casa de la familia De Ángelis antes de estrenarlo en Buenos Aires. A partir de ‘Mi noche triste’ es que se estructuró todo el cancionero que inmortalizó a Carlos Gardel, y que permitió el alcance internacional del tango”, afirma el proyecto de Ley bonaerense.

“Virgilio de Ángelis, era hermanastro del gran pianista y compositor Samuel Castriota. Por esa sencilla razón, Alfredo sintió desde niño atracción por la música. Su tío concurría a la casa de Adrogué desfilando a veces con Pascual Contursi, Belisario Roldán, quien fuera padrino de Alfredo, o con José Ricardo, José Razzano y Carlos Gardel, entre otras figuras que Alfredo de Ángelis conoció en su infancia”, afirman Pablo y Carlos Taboada en Investigación Tango donde escriben sobre Alfredo de Ángelis quien nació en Adrogué el 2 de noviembre de 1912.

Clases

El máximo cantor popular de Buenos Aires comenzó desde muy chico a perfeccionarse en la música y sus secretos. De aquí que en una nota de Caroline Caro, en la revista Viva, en agosto de 1999, se puede leer: “Carlos Gardel (1890 – 1935) todavía no se había convertido en el Zorzal cuando sus dedos acariciaban la guitarra”.

De aquellos años iniciales se cuenta que el cantante caminaba por los pagos del sur en busca de noches de romancero popular en compañía de la paz y tranquilidad que por aquí había en esos años de la década del ´10.

Gracias a esos incipientes acordes practicados desde muy chico es que Carlitos pudo acompañarse en sus primeras grabaciones cuando de a poco fue iniciándose en el tango canción y dejar aquella huella imborrable del “cada día canta mejor”.

“No es casualidad que el tango ‘Lita’ haya sido corregido y puesto en condiciones de ser cantado ante el gran público, en el domicilio de los De Angelis porque Ema De Angelis hermana de Don Virgilio, estaba casada con Samuel Castriota, el autor de la música, como sabemos este tango se estrenó en Montevideo con el título de ‘Percanta que me amuraste’, y el primero que lo cantó antes que Gardel fue el autor de la letra: Pascual Contursi”, investigó Florentino Ferreyra, asesor de historias del tango, en el portal El Reyunte.

Melodías

Era clásico encontrarse con milongas en los pueblos, y Adrogué por esos tiempos lo era, o arrimarse a un viejo almacén devenido en bar para escuchar alguna melodía tanguera.

Esa voz de deleite parece imposible no asociarla a Carlos Gardel en un lugar preciso del suburbio, Cerretti 1167, allá por 1917. Una casa que con la presencia del Mudo trocaría en cajita musical con notas perfectas y acordes precisos.

Fonolas crujientes acompañarían por esos años los bailables del fin de semana y como un eco, que hoy va perdiendo su uso, asomaría en cada esquina el silbido gallardo de las vueltas de esos discos de pastas que se cansaban de tanto gastar las púas.

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