
Clara Mirta Garcete tenía 90 años. Su cuerpo fue hallado con signos de golpes y estrangulamiento. El principal sospechoso es su hijo, quien convivía con ella.
La escena era silenciosa, casi rutinaria: una vivienda modesta en la calle Zufriategui al 3200, en Glew, partido de Almirante Brown. Pero el llamado al 911 que ingresó el miércoles por la tarde rompió esa calma con una sospecha que se confirmaría minutos después: Clara Mirta Garcete, de 90 años, yacía sin vida en el interior de su casa. Su hijo, Omar Darío Guardia, fue quien alertó a la policía. También fue quien quedó detenido.
Según su relato, la mujer le había pedido una silla para sentarse en el patio. Al regresar, la encontró tendida en el suelo, con manchas de sangre. Dijo que intentó asistirla, que la escuchó suspirar dos o tres veces antes de morir. Pero los signos en el cuerpo contaban otra historia.
Golpes, estrangulamiento y contradicciones
La inspección preliminar realizada por la Policía Científica reveló hematomas en el rostro, una fractura en el tabique nasal y una lesión compatible con ahorcamiento. La autopsia será clave para determinar la mecánica de la muerte, pero los indicios ya orientan la investigación hacia un homicidio agravado por el vínculo.
Vecinos del barrio aportaron testimonios que refuerzan esa hipótesis: según dijeron, Clara sufría episodios de violencia por parte de su hijo. Algunos incluso señalaron que los gritos eran frecuentes, aunque nunca se había radicado una denuncia formal.
La causa y el contexto
La Unidad Funcional de Instrucción N° 2 de Género de Lomas de Zamora, a cargo de la fiscal Dra. Manfredi, ordenó la aprehensión de Guardia bajo la carátula de “homicidio agravado por el vínculo”, figura que contempla penas de prisión perpetua. El acusado fue trasladado a la Comisaría 7ma de Glew y será indagado en las próximas horas.
Este caso se suma a una serie de hechos que exponen una dimensión menos visible de la violencia de género: la que ocurre en vínculos filiales, muchas veces en contextos de cuidado, dependencia y aislamiento. En lo que va del año, al menos tres mujeres mayores de 80 años fueron asesinadas por familiares directos en el conurbano bonaerense.
¿Quién cuida a quienes cuidan?
La historia de Clara interpela no solo desde lo judicial, sino desde lo social. ¿Qué redes existen para detectar y prevenir la violencia en vínculos familiares donde la víctima no siempre puede pedir ayuda? ¿Qué rol juegan los vecinos, los servicios de salud, los organismos locales? Mientras la Justicia avanza, el barrio de Glew se enfrenta a una pregunta incómoda: ¿cuántos silencios se acumularon antes de que la muerte hablara?