
«Los que atravesaron la clase baja y se convirtieron en millonarios como funcionarios públicos, y hoy sueñan con pertenecer a la burguesía o a la oligarquía, entran en la categoría bien definida por Jaureche, de resentidos y desclasados.» Una columna de opinión por parte de Fabio Abraham, Exsecretario de Gobierno, Exconcejal de Lomas de Zamora y dirigente del radicalismo.
Hace unos días, en el acto del Frente de Todos en Nueva Chicago, se dijeron frases como: «¿Saben de qué color es la tez de nuestro pueblo? La tez de nuestro pueblo es del color del Río Paraná. Tenemos que llenar la política de pobres para construir el bien común”.
Otra: «Tenemos que dejar las redes sociales para ir rancho por rancho».

Y todos aplaudían orgullosos. ¿Alguien imagina estas frases en boca de un opositor?
Los que dicen eso, o paradoja, son quienes atravesaron la clase baja y se convirtieron en millonarios como funcionarios públicos, y hoy, sueñan con pertenecer a la burguesía o a la oligarquía, pero como son despreciados, entran en la categoría bien definida por Jaureche, de resentidos y desclasados.
Un Gobierno que asumió la presidencia sin ninguna idea, que tuvo que enfrentar la pandemia y además de no acertar en la política sanitaria (más de 120 mil muertos) dejó un tendal de fundidos económicamente, que profundiza las diferencias entre los que más tienen (lugar donde pertenecen la mayoría de los funcionarios) y los más desposeídos, que incrementó a más del 50% la pobreza en la Argentina, que hay una educación, una salud y una seguridad para los hijos de los más pudientes y otra de menor calidad para el que menos tiene, que no desarrolla ninguna política de crecimiento, que emite billetes a más no poder generando inflación galopante y a todo eso le sumamos las zonceras que dicen.
Es un cóctel explosivo.
La oposición si no dice nada y deja hablar al Gobierno gana seguro.
Pero es muy importante que la oposición no se deje estar y empiece a trabajar en un plan de gobierno que incentive la producción, en una educación que sea propia del siglo XXI pero que sirva para igualar oportunidades, una salud que sea universal y de calidad, en definitiva, que se empiece a pensar con 2 años de anticipación qué país queremos a partir del 2023.
Si la oposición no se prepara, si no reúne a quienes conocen en los diversos temas, incluso con ideologías diferentes, corremos riesgo de repetir frustraciones y que los oportunistas ganen de vuelta en una alternancia de vanidades y eslogan superficiales en vez de una alternancia de ideas y proyectos.
También hay un andamiaje legal que favorece esta situación y hace que la política se encuentre en un nivel muy por debajo de lo que precisa la sociedad. Después de la crisis del 2001 y ante el descrédito de los partidos políticos, se aprobó la ley de PASO dejando atrás la democracia de partidos y la discusión de ideas y convirtiéndola en una de candidatos y de eslogan.
El descalabro del sistema genera un deterioro que produce solo candidatos, una especie de galería de vanidades y superficialidades, que sólo piensa en ganar una elección y no en reconstruir la estructura de la República.
Qué bueno sería que el periodismo interpele a todos los candidatos para ver qué propuestas tienen, si eso sucediera no tengo dudas que más de la mitad se quedaría en el camino o serían el hazme reír de toda la sociedad.
































