
El Gobierno atraviesa una semana inédita desde el inicio de la gestión: los gobernadores, uno tras otro, desfilaron por la Casa Rosada para reunirse con la nueva dupla política del oficialismo, Manuel Adorni y Diego Santilli. El movimiento confirma el inicio de una fase de reordenamiento institucional y la búsqueda explícita del Ejecutivo por reconstruir su capacidad de negociación de cara al nuevo Congreso que asumirá en diciembre.
Por: Pablo Pérez Paladino, Director en Enter Comunicación
Situación actual y análisis:
Las reuniones entre el Ejecutivo y los mandatarios provinciales funcionan como antesala del ciclo legislativo que se abrirá desde diciembre con el tratamiento de la ley de presupuesto y a posterior cuando el Congreso convoque a sesiones extraordinarias en enero y febrero para tratar los primeros proyectos de la nueva etapa. El mensaje del Gobierno es claro: quiere recuperar la iniciativa de la agenda pública, estabilizar el frente político y construir el clima necesario para discutir las reformas estructurales reclamadas por el establishment nacional e internacional.
En paralelo, la oposición entra en su propio proceso de reacomodamiento.
• En el PJ, volvió a escena la interna bonaerense entre sectores kirchneristas y kicillofistas, reactivando una disputa de liderazgo que se potencia después de la derrota electoral.
• En el PRO, la definición es estratégica: seguir siendo PRO, conservar identidad partidaria, pero acompañar al Gobierno en el Congreso.
Los gobernadores alineados con el peronismo, por su parte, se mantienen al margen de la pelea bonaerense. No les genera rédito político y priorizan sostener un buen canal de diálogo con la Casa Rosada, clave para destrabar las transferencias que necesitan para empezar a pensar en sus reelecciones.
Mientras tanto, la otra dupla decisiva —Luis Caputo y Quirno— continúa con una agenda interna y externa intensa. El objetivo es reforzar señales de estabilidad macroeconómica y asegurar condiciones favorables para inversiones. La estrategia apunta a consolidar un frente económico sólido mientras el frente político se recompone puertas adentro.
Aunque se esperan nuevos cambios en el gabinete, el clima de las últimas semanas indica que el Gobierno podría cerrar el año con una tranquilidad relativa, algo inusual después de meses de alta turbulencia. De todos modos, el escenario sigue abierto: la gobernabilidad dependerá de la capacidad del Ejecutivo y los gobernadores de cumplir lo prometido.
Claves de lo que viene:
Congreso y sesiones extraordinarias: será el primer test real de la nueva arquitectura política del Gobierno.
Negociación Nación–provincias: el intercambio entre apoyo legislativo y transferencias será el eje central de la gobernabilidad de verano.
Estabilidad interna: ver si los movimientos en el gabinete logran consolidar el orden político alcanzado en estas semanas.


































