
Pensar que el ataque directo a Irán era como atacar la Franja de Gaza es una subestimación a todos los países árabes y un camino que costará muchas vidas antes de una solución definitiva.
La inteligencia israelí evidentemente desconocía el potencial misilístico de Irán, y lo que es peor, no evaluó las alianzas estratégicas de Irán con Corea del Norte, Rusia y China.
Una columna de opinión por parte de Fabio Abraham, analista político, Exsecretario de Gobierno, Exconcejal de Lomas de Zamora y dirigente del radicalismo.
Netanyahu tampoco esperaba la reacción de Pakistán, país con 170 ojivas nucleares, así como tampoco la reacción del presidente turco Recep Erdogan, declarando que «la provocación israelí puede causar un desastre en la región«.
No olvidemos que Turquía siempre tuvo posiciones moderadas, ya que desde 1950 hay bases de la OTAN en su territorio.
Hoy Israel depende fuertemente del apoyo de EE.UU. para lograr un triunfo parcial, ya que el costo humano y económico de la guerra sería altísimo.
Europa, exceptuando España, guarda silencio sobre el rol de Israel, limitándose a decir que tiene derecho a defenderse.
Pocos países apoyan decididamente a Israel, y entre quienes lo hacen sin considerar consecuencias está el Gobierno argentino.
El desconocimiento y la sobreactuación del presidente argentino nos pone en la mira del mundo árabe, cuando este conflicto no nos pertenece y deberíamos trabajar por la paz.
Como dijo el presidente de Turquía: «Hay que frenar a Netanyahu, ya que se convirtió en la mayor amenaza«.
Bombardeos a hospitales, escuelas y población civil en Gaza, ataques selectivos en Siria y el Líbano, bombardeo en Irán… Israel actúa como el gendarme de Medio Oriente y busca subordinar a los países árabes a sus políticas y caprichos.
Si Irán cierra el canal de Ormuz —que une el Golfo Pérsico y el Golfo de Omán, por donde pasan 19 millones de barriles diarios— el precio del petróleo podría duplicarse.
Además, se desconoce si Irán tiene capacidad nuclear real, aunque EE.UU. sostiene que sí, lo que agrava aún más el escenario.
Mientras tanto, Rusia consolida su presencia en Ucrania y llama a un «alto el fuego» —aunque con intención de anexar territorios conquistados.
La diplomacia internacional ha fracasado, arriesgando la paz global: la expansión de la OTAN y el accionar israelí en Medio Oriente, junto a reacciones desmedidas de países oprimidos, han causado víctimas civiles masivas en todos los bandos.
Recordemos que Ucrania pidió unirse a la OTAN en 2018 (Georgia ya lo había hecho en 2008). Si eso ocurría, Rusia quedaba rodeada, lo que Putin utilizó como justificación para invadir y fomentar rebeliones.
Desde la crisis de los misiles en 1962, nunca estuvimos tan cerca de una Tercera Guerra Mundial. Llamemos a la sensatez, al diálogo, y dejemos de echar nafta al fuego.