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Pozo de Banfield, Pozo de Quilmes y El Infierno, de Lanús: al declarar en juicio, hijos de desaparecidos reclamaron justicia y relataron daños sufridos

Los hijos de un matrimonio desaparecido durante la última dictadura militar relataron hoy los daños sufridos por crecer sin sus padres y reclamaron justicia y cárcel para los responsables, al declarar ante el Tribunal Oral Federal 1 de La Plata.

Se trata de Martín y Ana Julia Bonetto, hijos de José Roberto Bonneto y Ana María Mobili, quienes fueron secuestrados el 1 de febrero de 1977, cuando ambos tenían un año y medio, y 40 días de nacida, respectivamente.

El matrimonio estuvo detenido en varios excentros clandestinos, entre ellos el Pozo de Banfield. Los restos del padre de ambos fueron identificados en una fosa común del Cementerio de Avellaneda en el 2010, en tanto Ana María continúa desaparecida.

Martín y Ana Julia declararon hoy ante el Tribunal Oral Federal 1 de La Plata, que investiga los crímenes de lesa humanidad cometidos por 16 represores, entre ellos Miguel Etchecolatz, contra casi 500 víctimas secuestradas en los excentros clandestinos de detención conocidos como Pozo de Banfield, Pozo de Quilmes y El Infierno, de Lanús.

Allí 18 mujeres embarazadas dieron a luz en cautiverio a bebés que aún no recuperaron su identidad.

Durante la audiencia se informó el fallecimiento del décimo séptimo represor que era juzgado: Ricardo Fernández.

La audiencia de hoy comenzó con la declaración de Alejandra Mobili, hermana de Ana María, quien contó el secuestro de su hermana y su cuñado, los intentos por buscarlos y cómo fue ocuparse de los dos niños que habían quedado a cargo de un vecino de la pareja, tras ser ambos llevados de la casa que habitaban en La Plata.

«Al principio pensábamos que iban a volver. Yo llevé a Martín a vivir a mi casa con mi esposo y dos hijos de 7 y 8 años, respectivamente y la familia paterna se quedó con Ana Julia, que era una bebé de 40 días. Pero siempre pensábamos que ellos iban a volver», lamentó la mujer, que cuando fue a buscar a los hijos de su hermana también fue capturada por fuerzas policiales, que la mantuvieron cautiva un día.

La mujer recordó dos momentos con los que quiso reflejar el sufrimiento de Martín Bonetto. En una oportunidad, siendo pequeño, el nene le preguntó que pasaría si volvían sus padres: «¿Si aparecen me tengo que ir con ellos?», cuestionó.

«Yo lo tranquilicé, le dije que como éramos familia seguiríamos viviendo todos juntos. Martín se crió con mis hijos, es mi hijo del alma», precisó.

También relató un día en que Martín niño, sabiendo que al día siguiente era el Día de la Madre, le dijo: «Es el Día de la Madre y no puedo llevarle ni una flor ni un regalo a mamá Ana», como llamaba a su madre biológica, en tanto a su tía le decía «mamá».

A continuación, declaró Martín Bonetto, quien para graficar el daño sufrido relató: «Cuando yo era chico y conocía a una persona le decía: yo nací en 9 de Julio, mi papá y mi mamá son desaparecidos, vivo con mis tíos, que son como mis padres; tengo hermanos que son mis primos y tengo una hermana biológica que vive en Olavarría y nos vemos para los cumpleaños. Eso te decía apenas conocía a alguien así que imaginate si no habré quedado tocado por la desaparición de mi mamá y mi papá».

«El Estado tendría que haberse apurado un poco (para realizar este juicio). Deben encarcelar a los (represores) que están vivos y hacer que esto no pase nunca más. Aunque del Estado no espero mucho, lo único mejor fue recibir la contención del equipo de psicólogas para llegar a esta declaración», puntualizó.

Finalmente declaró Ana Julia Bonetto, quien utilizó la lectura de cartas y relatos escritos por ella para dar cuenta de los daños sufridos por crecer sin sus padres, y alejada de su hermano; a la vez que procuró mostrar en la audiencia fotos de sus padres, de ella y su hermano y recortes de diario que informaban sobre la identificación de los restos de su padre.

Ana Julia vivió en Olavarría junto a su abuela y una tía paternas: «Me crié con dos viejas con mucho miedo, no estaba habilitada para decir quién era, crecí un poco mintiendo, y lo mismo mi primo hermano Gabriel, a quien también pedía que no dijera que mi mamá estaba desaparecida, tenía que decir que estaba internada por un glaucoma. Era mentira tras mentira, por algo estoy de psicólogo en psicólogo desde que nací».

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