En la década de 1930 las calles afirmadas todavía no eran corrientes en una localidad que, de todos modos, ya mostraba crecimiento. Por: Federico Gastón Guerra.
La nota extensa lleva por título y bajada: «VILLA TURDERA ESTÁ LLAMADA A GRANDES PROGRESOS – Visitamos ayer toda la zona y conversamos con vecinos para conocer las necesidades inmediatas. Se intensifica la edificación».
«No hablemos de pavimento», destacaba el artículo del diario LA UNIÓN de Lomas de Zamora del domingo 5 de febrero de 1933 que halló el historiador e investigador Fernando Esteban.
Lo curioso es que en el mismo recorte periodístico se destaca que un vecino aseguró que «allí todavía no ha llegado el momento de hablar de pavimentaciones».
Es que eran pocos habitantes por cuadra y el frentista debería acarrear con el pago de la obra.
Macadam
Por aquellos tiempos muchas trazas tenían un cierto mejorado que se llamaba “macadam”, que se lo conoce popularmente de la referida manera, por el apellido de quien creó esta técnica en los EE.UU. hacia 1820, John Loudon McAdam.
El macadam era una mezcla de piedra de cantera triturada que se compacta y en cuyos huecos se rellenan con un preparado más fino de arena.
En aquellas décadas los vehículos eran, claro está, mucho menos en nuestra ciudad. El colectivo local era El Expreso Turdera, y hacía menos de una década (teniendo en cuenta el artículo citado de 1933) que había dejado de pasar el tranvía a caballo que iba de Turdera a la estación ferroviaria de Temperley.
Por eso en aquella nota periodística se afirma que «no faltan vecinos que claman por ello (NdR: el pavimento) pero en general, no se pueden afrontar obras de esa naturaleza pues con ellas se afectarían intereses respetables».
Aquellas calles luego fueron teniendo sus propios progresos con matices diferentes pero con el orgullo de tener una historia propia, autóctona y bien turderense.
