Fueron las imágenes que más se repitieron durante el primer día del aislamiento social, preventivo y obligatorio en las calles de la ciudad de Buenos Aires y del conurbano bonaerense.
Largas filas con distancia prudencial entre personas en puertas de farmacias, cajeros automáticos y supermercados; poca gente en paradas de colectivos, estaciones de trenes y subtes y un gran despliegue de efectivos de las fuerzas de seguridad fueron las imágenes que más se repitieron durante el primer día del aislamiento social, preventivo y obligatorio en las calles de la ciudad de Buenos Aires y del conurbano bonaerense.
El jueves por la noche, el presidente Alberto Fernandez comunicó la firma de un DNU que estableció esa medida para toda la población, exceptuando a aquellas personas que trabajan en centros sanitarios, en las fuerzas de seguridad, o en la producción de alimentos, entre otros, a fin de minimizar la propagación de la pandemia de coronavirus en el país.
Constitución
Este viernes, la «hora pico» en la estación de trenes de Constitución registró un descenso de «casi un 70 por ciento» de la cantidad de pasajeros que habitualmente utilizan ese medio de transporte para llegar a sus trabajos, según la estimación de un trabajador de la empresa Trenes Argentinos, quien se dispuso para asistir a los usuarios que llegaban a los andenes y sólo se identificó como Alfredo.
«La cantidad de personas bajó muchísimo, pero durante los primeros servicios de la mañana los pasajeros bajaban todos juntos sin respetar la distancia entre ellos», afirmó.
«Cada tren tiene 7 coches con 42 o 64 asientos dependiendo del modelo, venían llenos, la gente bajaba y, como siempre, salía toda junta por la misma puerta», explicó en diálogo con Télam mientras respondía a los usuarios que hasta el 31 de marzo se iba a realizar «cronograma de domingo».
La estación es uno de los nodos de conexión de transporte porteño más importantes porque allí confluyen trenes, subtes y decenas de líneas de colectivos; y esta mañana presentaba una gran cantidad de efectivos de la Policía Federal que pedían las autorizaciones pertinentes a algunas de las personas que circulaban.
Sólo a trabajar
Laura, de 24 años, esperaba en uno de los bancos de la estación a que la empresa que la emplea le mande una autorización con membrete del hospital Alvarez en el que trabaja para que la dejen subir al subte.
La mujer trabaja en tareas de limpieza y fue trasladada hace una semana desde el hospital Moyano al Alvarez, por lo que el recibo de sueldo que mostró a los policías para que la dejen entrar a la estación del subte C no le sirvió. Además del mal momento, la joven lamentó entre lágrimas que le descontarán el día de trabajo.
Todos los pasajeros consultados por Télam se dirigían a sus trabajos, como un repartidor de Rappi que prefirió no ser identificado. «Si no trabajo, no como», dijo.
Gonzalo, de 23 años, llegó desde Wilde y se dirigía a la estación Malabia de la línea B de subte.
«Trabajo en una fábrica de golosinas, entiendo que es ´comida´y que estamos exentos de la cuarentena, pero creo que podría plantearse una guardia con reducción de personal. Además los dueños no agregaron ninguna medida sanitaria extra por el tema del coronavirus. Estamos preocupados y somos muchos los trabajadores en esta situación», explicó.
En la estación de Once, ya más sobre el mediodía la situación era distinta: todos los comercios se encontraban cerrados y había muy pocos pasajeros circulando y custodiados por una fuerte presencia policial.
Las calles del microcentro porteño se encontraban desiertas, algo que también sucede los fines de semana dado que es una zona de oficinas y bancos; no ocurrió lo mismo sobre la peatonal Florida que, si bien tenía pocos comercios abiertos, pasado el mediodía se observaban peatones.
Gran Buenos Aires
El cumplimiento del aislamiento obligatorio decretado fue bastante dispar en el Gran Buenos Aires, que se asemejó más a un día de fin de semana que a una ciudad en cuarentena y comprometida con la responsabilidad de pelear contra el coronavirus.
Por ejemplo, en la localidad de Libertad, partido de Merlo, la mayoría de los negocios se encontraban abiertos desde temprano, aunque los comerciantes tomaron recaudos, como atender a puertas cerradas, hacer fila de clientes en la vereda con ingreso restringido a los locales, y la atención se daba con empleados que utilizaban guantes y barbijos.
En el partido de Ituzaingó, la situación era similar, también se observaba un destacado movimiento de colectivos y una notoria disminución de automóviles particulares.
En la zona norte, en el partido de General San Martín, los comercios también se encontraban abiertos desde temprano, con pocas personas, aunque con el paso de las horas, los clientes empezaron a hacer colas para realizar sus compras.
En la zona sur, como el partido bonaerense Lanús, el panorama fue similar a otras zonas del Gran Buenos Aires.