Turdera: aquella romería de 1913 de baile y solidaridad

Un registro de ese año destaca que Villa Turdera recién fundada ya impulsaba romerías y actividades comunitarias en su plaza pública, revelando un temprano espíritu festivo y solidario.

Por: Federico Gastón Guerra

Sorprende un hallazgo histórico que abre una ventana a la vida social del sur bonaerense de comienzos del siglo XX. Se trata de un artículo periodístico de septiembre 1913 en el que Riziero Preti solicita al municipio de Lomas de Zamora autorización para instalar una romería popular en la plaza pública de la entonces Villa Turdera, apenas tres años después de su fundación.

La noticia se menciona en la sección “50 años atrás” del diario LA UNIÓN en 1963,—recuperado ahora por el historiador Fernando Esteban— y aporta algunos detalles. En su presentación, Preti aclaraba que no se permitirían juegos de azar y ofrecía destinar el 30% de las ganancias al Hospital Municipal de Lomas de Zamora. No sólo buscaba organizar una fiesta popular, sino que además planteaba un gesto solidario que daba cuenta del espíritu comunitario de la época.

El pedido se sumaba a una tradición festiva que ya existía en la región. A fines del siglo XIX, las romerías eran parte habitual del calendario lomense. Un aviso publicado en LA UNIÓN el 27 de diciembre de 1899 anunciaba celebraciones españolas para el 31 de diciembre y los días 1°, 6 y 7 de enero en la avenida Meeks. Ese pequeño recorte, conservado entre papeles y libros antiguos, ayuda a reconstruir el ambiente de diversión pública que atravesaba a la comunidad.

Aquellos años

El contexto en el que Preti presentó su solicitud también resulta clave. La Villa Turdera había sido oficialmente fundada el 30 de enero de 1910, a unos 20 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires. El acto —descripto por LA UNIÓN en su edición del 1° de febrero de ese año— congregó a una multitud tal que los coches resultaron insuficientes para trasladar a los asistentes.

La ceremonia contó con la adhesión del presidente José Figueroa Alcorta, la presencia de periodistas de revistas como PBT, Caras y Caretas y Vida Moderna, música oficial, lunch abundante y medallas de plata y cobre como recuerdo. La celebración continuó durante la noche en la residencia de Inés y Eugenia Turdera, propietarias de las tierras.

Para cuando Preti elevó su pedido en 1913, la villa ya contaba con espacios de encuentro propios. En la esquina de Agüero y Zapiola funcionaba el Teatro Colón turderense, una estructura sencilla en la que se ofrecían comedias, operetas y películas mudas —incluidas las de Chaplin— acompañadas por una orquesta estable.

Como recordó Manuel Severi en 1937 en la revista San Pablo, el cine-teatro se había construido simultáneamente con otras obras para brindar a los nuevos vecinos un sitio de recreación sin necesidad de salir del pueblo.

En sus instalaciones también funcionaba el club El Jazmín, donde las mesas sin mantel, los cafés y los vermuts después de la función componían la postal típica de aquella época.

 

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