A través de fotografías de Guillermo Kexel y la curaduría de Ernesto Pereyra, la exposición ofrece una mirada íntima e inédita sobre el Siluetazo, emblemática acción que se llevó a cabo en septiembre de 1983 durante la tercera Marcha de la Resistencia, en el contexto de la última dictadura cívico-militar en Argentina.
En el edificio Manuel Dorrrego de la Universidad Nacional de Lanús (UNLa), se exhibe la muestra «El Siluetazo a 40 años. Una mirada desde adentro», que cuenta con fotografías de Guillermo Kexel y la curaduría de Ernesto Pereyra. Esta exposición, que ofrece una mirada íntima e inédita sobre el Siluetazo, una emblemática acción que tuvo lugar en septiembre de 1983 durante la tercera Marcha de la Resistencia, en el contexto de la última dictadura cívico-militar, podrá ser visitada hasta el 16 de octubre, de lunes a viernes de 9 a 19 (en Pablo Nogués y Pasaje Bidegain, Remedios de Escalada), con entrada libre y gratuita.
La muestra aborda preguntas profundas como: ¿Cómo representar la ausencia? ¿Cómo hacer presente a quien no está? La idea de responder a este desafío llegó a las Madres de Plaza de Mayo en el último año de la dictadura, y tomó forma el 21 de septiembre de 1983, cuando miles de personas se congregaron en Plaza de Mayo para el primer “Siluetazo”, buscando visibilizar el reclamo por los desaparecidos. Cuarenta años después, en el Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas, Madres Línea Fundadora inauguró la muestra fotográfica en el Espacio de la Memoria ex ESMA, y ahora llegó a la UNLa.
Guillermo Kexel, diseñador, serígrafo y artista, uno de los creadores del proyecto original junto con Rodolfo Aguerreberry y Julio Flores, recuerda: “Ellas vieron lo que nosotros no terminábamos de comprender, entendieron exactamente la potencia que tenía la representación del vacío”.
La génesis de un ícono de denuncia
Kexel enfatiza el papel crucial de las Madres en el éxito de la idea: “Una idea puede parecer estupenda, pero si es irrealizable queda en un cajón. Lo maravilloso fue el rol de las Madres”. Relata cómo, al acercar su proyecto a las Madres, se encontraron en medio de una reunión de comisión. “Llegamos como dos desconocidos y les dijimos que queríamos presentar esta idea. Nos pidieron que volviéramos más tarde, y a los 40 minutos ya estábamos de nuevo en la puerta. Lo entendieron instantáneamente”, señala.
La preparación para el Siluetazo duró cuatro o cinco días, y se masificó en la Plaza. “Tanto las Madres como los manifestantes hicieron suya la idea. No podíamos imaginar la repercusión que tendría”, recuerda Kexel. Cuando comenzó la Marcha, llevaron algunas docenas de siluetas, temiendo que la gente no se involucrara. Pero, al ver la respuesta, comprendieron que la acción había tomado vida propia. “La gente empezó a hacer siluetas, algunos con plantillas de cartón que llevamos y otros simplemente se tiraban sobre papeles en el piso”, explica. Este acto simbólico representaba poner el cuerpo para que un desaparecido pudiera volver a estar de pie, una imagen poderosa que encapsulaba la esencia de su idea original.
Un legado que trasciende
Al primer Siluetazo le siguieron otros dos en breve plazo: el 10 de diciembre de 1983, cuando asumió Raúl Alfonsín, frente al hotel donde funcionaban las oficinas del radicalismo. “Los organizó gente muy joven que trabajaba con Madres, y nosotros participamos como uno más”, recuerda Kexel. La tercera acción tuvo lugar el 24 de marzo de 1984, primer aniversario del golpe de Estado tras la recuperación democrática, en la plazoleta sur del Obelisco.
“Mientras los radicales festejaban sus primeros cien días de gobierno, nosotros volvíamos a poner el tema en la agenda. Las fotos de esta muestra son un homenaje a quienes se lanzaron al piso, cubriéndose de pintura, y que transformaron aquella idea en un acontecimiento histórico que resonaría en el mundo”, concluye Kexel.
La muestra en la UNLa no solo conmemora el Siluetazo, sino que también invita a reflexionar sobre la memoria, la justicia y la lucha por los derechos humanos.
La actividad es organizada conjuntamente por las secretarías de Cooperación, Bienestar y Deporte y la de Cultura y Comunicación, el Instituto de Justicia y Derechos Humanos y la Licenciatura en Justicia y Derechos Humanos de la UNLa, y la Facultad de Ciencias Sociales de Universidad Nacional de Lomas de Zamora (UNLz).