Temperley – A 42 años de aquel ascenso a Primera: «El cielo con las manos»
El autor de este artículo describe la nostalgia de aquella madrugada épica donde El Celeste ascendió a la A en una tanda interminable de penales frente a Atlanta. Por: Federico Gastón Guerra (*)
La madrugada se hizo un solo eco. Bocinas que jugaban carreras con voces y gritos. Un puñado de locos logró otra hazaña. Lo hicieron una vez más y se metieron en la historia demasiado grande, en esa que será bronce eterno. Aún se siente ese agitar de los corazones del 21 de diciembre de 1982 en el estadio de Huracán. Fueron penales con Atlanta y recién en la última gota de sudor se logró derramar el vaso de líquido Celeste. Estaban 12 a 12 en los penales y Enrique Hrabina no pudo con el inolvidable Héctor “Mudo” Cassé. Fue en ese envión que Dabrowski, dejó su sello y venció al arquero Alberto Parsechián (13 a 12). Una vez más en la A. Una vez más el sufrimiento y la gloria en una misma garganta.
Mi papá Carlos me cuenta que me tenía a upa con mis casi 3 años: “Federico en un brazo y la radio portátil, en el otro”, dijo. Caminó toda la casa tantas veces como quien está encerrado o contenido en un grito que no puede estallar. Esa A estaba tan cerca como lejos y cuando se acariciaba parecía esfumarse como esa agua mentirosa que se forma en el andar de la ruta una tarde de verano.
La maratón Celeste fue de dos partidos definitorios en aquella vieja Primera B. El primer partido fue para nosotros: el equipo de Carlos Pachamé ganó 2 a 1 con tantos de Eduardo Masotto y Ricardo Dabrowski en el Ducó. La vuelta fue 1 a 0 para el Bohemio con tanto de Omar Porté de penal (se jugó suplementario pero el marcador quedó sin modificaciones). Y llegó la catarata de penales desde los 12 pasos.
“(…) previo a disputar 30 minutos de alargue (2-1 y 0-1 en los 180 minutos) y desviar un penal en ese tiempo extra. Una noche interminable coronada ya el 22 de diciembre. Este Triunfo le dará el pasaje a Primera por segunda vez en el profesionalismo hasta 1987”, detalla el Departamento Histórico y Museo del Club Temperley.
Aquel Temperley fue 8º en la tabla general y 4º en su zona, se lee en las crónicas. Así logró ingresar al Torneo Reducido por el Segundo Ascenso. Ese Gasolero fue primero comandado por Juan Carlos Merlo y luego por Oscar Pachamé. Camino a la gloria dejó sin chances a Chacarita Juniors (jugaban para el funebrero Luis Islas, Luis Abramovich y Enrique Ezequiel Borrelli); al Gimnasia y Esgrima La Plata de Jorge Higuaín y a Atlanta en esa final electrizante y sin precedentes.
Mi viejo, jura, tiró la radio y se ahogó en un llanto tan intenso que si le pregunto dos veces lo repite en esa película que te deja el recuerdo que corre a la velocidad de la luz. Aquel plantel eterno fue: Del Ducca, Spataro, Dabrowski, Scotta, Piris, Aguilar, Lacava Shell, Hugo Issa, Villalba Ramírez, Cassé, Siviski, Alvarez, Benítez, Campelo, Aldape, Espósito, Esquivel, Mario Finarolli, Hernandorena, Masotto, Ottaviani, Pizzi y Zinna.
(*) Párrafos del libro “Mañana es tarde”, ediciones El Señalador